martes, 20 de diciembre de 2022
Ojalá
jueves, 8 de diciembre de 2022
Incapaz
A veces me pregunto por qué continúo luchando. ¿Por qué? Desde hace tiempo me ronda la cabeza esa idea. Maldito pensamiento. Me pregunto por la razón por la cual quiero seguir estando, aunque en ese sitio se empeñen en no quererme. Quizá sea orgullo. Mal entendido, pero orgullo. Me da rabia que se salgan con la suya. He dado tanto, he sacrificado tanto por estar, que por el camino casi se me ha olvidado vivir. Si contase todos los feos, todas las zancadillas, todas las putas desilusiones. Si lo contase todo, ardería Troya. Ese sitio es como un oasis del desierto. De lejos parece el lugar más maravilloso del mundo, pero a medida que te acercas se te va imponiendo. Ante tus ojos se yergue un gran edificio de más arena, de más desierto. Sin palmeras, ni agua. Da un poco de sombra, la suficiente para seguir vivo sabiendo que ese es tu infierno. Y es ese miedo a dejar de ser, a morir el que mantiene quieto, estático. Sin vislumbrar otro horizonte. ¿Y si no te quieren por qué continúas? ¿Por qué? Si a cada paso que dan, te hunden un poco más. No te quieren. Cada email es un nuevo disparo y cada comunicación una bofetada bien dada. Desde el cariño, desde su cariño, pero bofetada. Y me sé derrotado, lleno de falsas ilusiones. Incapaz. Y todo se me atraganta en el pecho y a veces me cuesta respirar. El futuro es como un impresionante abismo al que caeré. Me aterra, las piernas no dejan de temblarme. A veces caigo, lo hago tanto que me despierto justo antes de tocar suelo. Justo al lado, hay una pareja de mendigos. Duermen todas las noches allí, escondidos del ruido, de la ciudad. Han puesto un tablón para que el frío no se les cuele por la espalda. Lo han colocado como si fuera una hamaca. Y allí están todas sus cosas. Un par de mochilas y nadie les mira a la cara. Allí viven y yo no quiero. No quiero. Ojalá pudiera seguir, ojalá pudiera ver más allá. No debo estar donde sé que no me quieren. Lo sé. Hay dolores que son demasiado grandes para verbalizarlos…
Ya no te hago falta, de Sen Senra
martes, 6 de diciembre de 2022
Camino, busco, espoleo
martes, 29 de noviembre de 2022
Disparan recuerdos muertos
Los días se me acaban a las 17.46. Justo cuando se me van las fuerzas y esas pistolas que solo disparan recuerdos muertos se hacen fuertes. Ideas fugaces, directas e implacables. De un pasado trufado de sinsabores. Y de frente solo tengo un abismo, sin interés. Y los días se me atragantan a solas. Sin hoy, tampoco hay mañana. A veces miro por la ventana, veo como la gente ríe, como se apoyan en la farola de la esquina, como entran en la farmacia. Parecen tan felices, llenos de vida. Más tristes parecen las jardineras, siempre sedientas y sin nadie que les dé ni los buenos días. La televisión permanece apagada y el teléfono no suena. Las paredes se van apagando de a poco. La cocina llena de mugre y el salón revuelto. Las cosas ya no me importan…
domingo, 13 de noviembre de 2022
Los días sin reloj
Reivindico mi derecho a estar triste. A que ustedes también puedan estar tristes. Y aparecerá alguien que tenga algo que decir, que nos diga que no, que tenemos que seguir adelante, que vuelve a salir el sol y que el viento volverá a soplar a favor. Pero da igual. Da igual lo que digan, ellos y ustedes. Quiero estar triste, solo eso. Triste.
No quiero mirar atrás, pero tampoco al frente. Si lo hiciera volverían a sangrar las heridas. Si hiciera cuentas de todo lo que he perdido en los últimos en estos casi tres años… Ay, si hiciera cuentas… Apenas me queda nada, un piso semivacío, revuelto y falto de una mano decente. Los cristales no dejan pasar la luz de los días. Las cañerías están a punto de reventar. Todas las noches la cocina se llena de cucarachas. Y en mi cuarto esperan un par de zapatos sin pareja.
Y no quiero sonreír. No quiero hacerlo, déjame no hacerlo.
Pienso en los martes de invierno, con ese sol que odio con todo mi ser. Si pudiera, me pondría en abril. Necesito que los días pasen, que lo hagan veloces. Todos se me han ido. Ya no están aquí, justo cuando me prometieron que la fiesta iba a empezar. Lo juraron y les creí. Y regresarán, algún día, con sus discursos. Los de que el sol volverá a soplar a favor y que el viento volverá a salir por poniente.
Pero ya no es suficiente. No lo es porque yo ya no quiero que lo sea. Ya no, nunca más. Y estoy tan cansado. Y necesito detenerme y que los días no tengan reloj. Que las alarmas se me mueran en el olvido.
Todo ha subido, las frutas están impracticables. Y también el pescado. Solo arroz y pollo. Las noticias han dejado de importarme. También las canciones y los libros con títulos bonitos. A veces me duele la muela izquierda y sé que no es una metáfora de nada, solo un dolor que nace de la raíz. Que lo atraviesa todo y que vive tranquilo sabiendo que no tiene solución.
Y el dolor se me cruza con la pobreza y con el cansancio. También con el hastío y las palabras vacías. Todos se juntan y aparecen las mentiras, el desamor y las ansias por que todo pase. Y solo soy tristeza…
La alfombra, de Baldosa
jueves, 10 de noviembre de 2022
Revolución. Canciones de mi vida (LXXXIV)
Corren los peores días de la crisis. Contamos desempleados a puñados. Cada día que pasan, más. Las constructoras del sur quiebran y cientos de migrantes huyen con el dinero de los créditos que las sucursales de los bancos les habían regalado. Los políticos piden para los suyos y gritamos para que las tijeras no se nos lleven también a nosotros. El presidente me ha mandatado y quito los comedores, los colegios no son hoteles. Que coman en sus casas, si pueden. Dejamos de creer en las mentiras que nos habían contado. La generación mejor preparada de la historia se moría de hambre, de ese hambre que te va carcomiendo y lo primero que se lleva son las ilusiones. Nos dejan de pagar los cinco euros de la comida. Nos revolvemos, pero poco. Seguimos trabajando de sol a sol. Los viernes nos da por comer kebab, una tradición como cualquier otra. La echo de menos. Terminamos yéndonos de aquella oficina. Necesitábamos paz. Y, valientes, decidimos saltar al vacío en lo peor de la peor crisis económica y social de este país. Los desahuciados, los pensionistas, los mileuristas, todos comenzaron a tomar las calles. Los de la cola de la cola. La niña del PP dijo que le parecía bien que tomaran las plazas, creía que la cosa no iba con ella. Pero sí que iba, iba con todos. También conmigo. Me miraban con rabia, con esos ojos llenos de ira mientras maltrataban sus calderos. La revolución no será si no es mariquita. Bocanadas de aire fresco a los discursos. El 15M nos resucitó, como si hubiéramos estado vegetando durante décadas. Nos revivió llenándonos de adrenalina los discursos. Asamblearias. Y tan pronto como vino se nos fue. Los arrases nos volvieron a pasar por encima, nos volvieron a tirar por tierra, nos destruyeron la esperanza. Algunas piezas del puzle se movieron, pero poca diferencia hubo. Los últimos de abajo levantaron un poco la cabeza, lo justo para no dejar de ser pobres, pero sí para poder sobrevivir. ¿Dónde se nos fue la dignidad? Las clases medias se volatilizaron y unos pocos, muy pocos, se subieron al famoso ascensor social. Los ricos más ricos y el resto más pobre. Y un día dejamos de salir a la calle para protestar. Tiramos las cacerolas a la basura. Creímos inocentes que ya no volveríamos a pasar otra vez por todo aquello…
Pd. Compuesta por Eva y Juan en 2005,
Revolución de Amaral se publicó por primera vez en el disco Pájaros en la cabeza (EMI
Music). Fue uno de los grandes éxitos del grupo, que por este disco se hizo con un premio Ondas.
lunes, 7 de noviembre de 2022
Pa que de mi te enamores. Canciones de mi vida (LXXXIII)
La primera vez que entré me pareció un local hostil, con demasiada luz. No me gustaron ni los ladrillos al descubierto, ni aquella minúscula pista de baile. Todos eran mayores, demasiado y me miraban. Siempre me ha violentado ser el centro de las miradas. No guardo un buen recuerdo de aquella vez, era verano, hacía calor y se suponía que me estaban haciendo una ruta por todos los lugares de ambiente… Blue dreams. No fue hasta años después cuando volví de forma regular a aquel after. Nunca bajé a los sótanos, aunque aquellas puertas batwing no descansaban. Pobrecillas. Te entrego mi tiempo pa que de mí te enamores… Te regalo un sueño lleno de mil ilusiones… Seguía siendo cutre, sucio, pero era lo que había. Las travestis actuaban media hora y eran fantasía. A veces no las escuchaba, solo reía. Después llegaba el tiempo del baile, de la salsa, de las vueltas, de los tequilas y de saber que toda aquella felicidad efímera nunca acabaría…
Pa que de mí te enamores, deGuille El Invencible (2011)
Pd. Pa que de mí te enamores es una canción del compositor y cantautor venezolano afincado en España Guille El Invencible. Se incluyó en su disco Imperfecto.