martes, 3 de junio de 2014

Cuando ya casi nada importaba

Después, cuando ya casi nada importaba, encendió la luz porque aún no clareaba del todo. Se dispuso a andar hasta la ventana, que había permanecido toda la noche entreabierta. Se asomó de refilón y vio, al otro lado, la vida llena de colores. Sus sonidos la inquietaban, igual que lo hacen los desconocidos a los niños o las golondrinas que anuncian viento a los naranjos en verano. Fue fuerte y se mantuvo unos segundos allí, fijándose en todos y cada uno de los detalles de lo que había fuera. Se extrañó de la vida, de que nada se hubiese detenido, que siguiese allí. Sabía que había pasado demasiado tiempo mirándose las entrañas, escrutándose los surcos de su piel. Y ahora el vendaval de la vida estaba, seguía ahí, al otro lado; sólo tenía que cruzar la puerta y saltar.

'All of me', de John Legend 

3 comentarios:

Sobrevolando los 40 dijo...

¡A saltar! Lo describes también que te dan ganas de saltar y saltar. Besos.

Patricia dijo...

A veces pensamos que cuando nos vamos o ausentamos el mundo también se detiene pero no, todo sigue su curso, como si fuera inmutable a uno mismo, sin importar nada, como dice el título. Me encantó, una vez más. Saludos :)

Ce Castro dijo...

Jejeje A saltar se ha dicho, muchas gracias Lola y también a ti, Patricia. Tienes razón, a veces nos descoloca que pese a todo, todo continúe ;)