domingo, 15 de junio de 2014

No le dejaban dormir la siesta

La carretera estaba desierta. Ni un alma había y sólo pasaban unos minutos de la una de la tarde. El calor hacía mella desde hacía unos días y nadie quería arriesgarse a salir para coger una insolación. Muy de vez en cuando ahuyentaba a los lagartos una furgoneta traviesa y osada que partía el silencio en dos. Tras su paso todo volvía a quedar en calma. En la televisión ponían una tertulia política. Desde principios de siglo se habían puesto de moda. No se escuchaban entre ellos, pero hablaban y hablaban. Al otro lado del aparato, Patrik les daba la razón a unos, a los suyos. Con el paso de los días se había cosido un traje a medida bordado con excelentes frases de izquierda. Defendía a los pobres frente al 'poder'. En su discurso aparecían la sanidad, la educación y el tan temible paro. La lengua se le calentaba siempre con una cerveza en la mano. Con esta ola de calor, era lo único que saciaba su sed. De hondas raíces republicanas, vivía en un pequeño ático. Desde allí arriba se podía divisar perfectamente el injusto sistema que padecíamos. La gente está dormida, repetía al coro de los contertulios de la tele y le pedía a Maruchi que le trajese otra cerveza. El calor y el temor ante una posible algarada le impedían asistir a las manifestaciones en la calle que suplicaban no privatizar servicios públicos. Patrik sabía de lo que hablaba, tenía a varios amigos que todos los días buscaban trabajo. Él sí sabía lo que era ser obrero y no como esos chupatintas de la administración. Él trabajaba para la privada, con el sudor de su frente se enfrentaba a los males que nos acucian. Claro está, con la nevera llena. ¡Cómo si no! Reconocía que algunas medidas aprobadas por el Gobierno eran buenas, favorecían a su empresa, aunque sin duda el presidente le producía urticaria. Es lo peor, bramaba. Tampoco pestañeaba al aprovecharse de las leyes para sobrevivir: de alguna manera había que sacar este país adelante. La cuenta bancaria también la tenía repleta de ceros, pero eso no era culpa suya. Y eso que el calor, este maldito calor de principios de junio, a veces no le dejaba dormir la siesta.

'Take another road', de Jimmy Buffett 

2 comentarios:

Patricia dijo...

Es uno de tus textos más...cómo decirlo...a pie de calle, en el suelo, en el suelo de hoy, en el asfalto de la sociedad, de la visión ciudadana, ... que te he leído.
Chapeau, me encantó. Un saludo.

Ce Castro dijo...

Muchas gracias, Patricia. La realidad siempre está... aunque a veces intentemos aderezarla. Con este texto en concreto quería quitarme de encima la rabia ante la doble moral de algun@s...