domingo, 31 de agosto de 2014

Ligero de equipaje


[…]



Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente, entre las voces, una.



[…]



Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.

A mi trabajo acudo, con mi dinero pago

el traje que me cubre y la mansión que habito,

el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.



Y cuando llegue el día del último viaje,

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Estrofas del poema 'Retrato' de Antonio Machado.

viernes, 29 de agosto de 2014

Cables, setas y piojos

El barrio estaba lleno de cables. Los había por todas partes. Hasta las casas más desvencijadas, las que apenas podían sostenerse en el aire se asían a ellos, como si la vida les fuese en ello. Los había de todos los colores y tipos, unos más gruesos que otros. Lo afeaban todo. De cada escondrijo salía uno y nadie hacía nada por ocultarlos. Habían proliferado como las setas con las primeras lluvias o los piojos en los colegios del noroeste. Había tantos que hubo un día en que la gente dejó de saber para qué servía cada uno. Allí estaban y seguirían estando. Nadie hacía nada por evitarlo, es más, a nadie le dolían prendas en seguir sumando al paisaje diario. Cables, cables, cables por todas partes. Viejos, nuevos, negros, rojos, de cobre, tensos, con trenzas... Y a nadie le importaba.

'Little ones', de Come on live long 

domingo, 24 de agosto de 2014

Permanecer alegre

Corset quería permanecer alegre. Por eso y no por ninguna otra razón, un día voló. Se fue lejos, allá donde los malos recuerdos no le pudiesen alcanzar. Lo hizo con tanto énfasis que debieron pasar muchos años hasta que pudo recobrar la cordura. Anduvo y anduvo sin descanso. Huyendo, siempre huyendo. Sin descanso. Maldita sea, se decía siempre antes de dormir. No atinó a saber si había conseguido su objetivo, pero tres mil días después cayó en la cuenta de que añoraba lo bueno del pasado. De tanto correr se había olvidado de que no todo había sido malo. Pero quizá ya era demasiado tarde...

viernes, 22 de agosto de 2014

Aquel desierto había dejado de tener nombre

A veces las cosas no salen como uno las idea. A veces. No aparece el joven de las flores, ni tampoco la cabaretera de pelo caoba. Corset se levantó aquella mañana con un regusto amargo en la boca y por culpa de la maldita radio que se encendía siempre a la misma hora. Todo hacía presagiar que iba a ser un día duro, de más calor y menos tranquilidad. Le hubiera gustado tanto estar cerquita del mar o viendo el musical The Lion King, pero lo cierto es que estaba en aquel desierto que había dejado de tener nombre. Algunos decían que era una cárcel a cielo abierto, otros simplemente guardaban silencio. Pero a pesar de sus muchos sueños incumplidos, Corset quería permanecer alegre.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Nuestras lágrimas



Dios sabe que nunca hemos de avergonzarnos de nuestras lágrimas, porque son la lluvia que limpia el cegador polvo de la tierra que recubre nuestros corazones endurecidos. 

Grandes esperanzas, Charles Dickens.

jueves, 14 de agosto de 2014

Crossroads

Necesitó detenerse. Ya antes había estado en aquel tosco y algo agreste lugar. Reconocía todas y cada una de las aristas del cruce de senderos. Había algunas pequeñas variaciones, pero no le cabía duda de que estaba donde ya había estado, pero en un estadio posterior. El camino estaba lleno de encrucijadas y ésta sólo era una más. Como siempre, su decisión determinaría los siguientes pasos, las próximas vivencias, las risas y, quizá, también las penas. Por eso quiso alejarse un rato, pensar acertadamente, para poder regresar a la vereda con más fuerzas.

'Friend of mine', de Adam Green 

sábado, 9 de agosto de 2014

Maldita superficie

Tenía esa habilidad especial para siempre empeorarlo todo. Cuando nada iba bien, llegaba él con sus cosas y se afanaba en derrotarlo todo. Era de esos tipos que siempre se quejan de que nunca les sale bien nada, que a cada paso que dan retroceden más. Por las noches el alcohol le envalentonaba lo suficiente como para fastidiar la vida a los que le rodeaban y sobrio lloraba lo andado. Siempre podía caer un escalón más bajo. Arrasaba con todo como si nada le importara. Su mundo se marchitaba a su alrededor y no se daba cuenta. Ensimismado, siempre pensando en sus vidas. Tampoco se daba cuenta de que los que le acompañaban, los que le quieren luchan titánicamente para arrastrarlo a la maldita superficie. Mientras ellos pelean por él, se les va yendo la vida y algún día sus cadáveres decorarán un camino agreste y sin mucho sentido.

viernes, 8 de agosto de 2014

La Victoria



Los dedos de Victoria recorren el rostro de Santiago. Sobre la ciudad se levanta leve la madrugada. Los ruidos se repliegan. Hay un silencio casi completo. Sólo de vez en cuando suena lejos la sirena de una ambulancia, o trota un caballo y su carreta con los comerciantes en frutas que llevan limones a la Vega, o la llama de la estufa a gas produce una suave explosión.

El baile de la Victoria, Antonio Skármeta

martes, 5 de agosto de 2014

Decorados sin color, para una vida triste

Las puertas se le habían cerrado un jueves del mes de marzo. Hacía ya casi cuatro años que había perdido su empleo y desde entonces todo había comenzado a ir cuesta abajo. Las primeras llamadas de confraternización fueron dejando paso al silencio más absoluto. A las pocas semanas ya nadie quería saber nada de ella, estaba ahora sí fuera, irremediablemente, del sistema. Después comenzó el toque de queda, sin dinero poco había que hacer fuera de sus dominios. Su vida parecía entonces una sitcom de los años 80, una de aquellas dónde todo transcurría entre las cuatro mismas paredes. Decorados sin color, para una vida triste. Las restricciones de comida también la alcanzaron, su nevera dejó por arte de magia de llenarse. Y a medida que esto sucedía, las ganas de todo fueron incrementándose exponencialmente. Vivía en un sempiterno desconsuelo. Quiso mudarse a un banco y un alquiler más baratos, pero sin ese maldito papel que dice que estás en nómina no había qué hacer. Sin saber cómo, también había dejado de ser ciudadana. A veces tenía la sensación de ser un azucarillo que se había disuelto en la nada, que era invisible al resto y que nada podía hacerla regresar al mundo de los vivos. Con los amigos, el dinero, la salud y la esperanza también se le había ido de paseo la autoestima. Igual que uno de esos maridos que salían a por tabaco y jamás regresaban. Ahora, sin nada, poco más tenía que perder.

sábado, 2 de agosto de 2014

La rendija por donde se colaba la oscuridad

Se había levantado aquella mañana triste. Sentía como si no tuviese nada en el estómago y como si ese hueco lo cubriera absolutamente todo. Había dormido poco, más bien nada. Se había pasado toda la noche mirando aquella rendija por donde se colaba la oscuridad de la noche. Y también dándole vueltas a su alborotada cabeza. Ojalá pudiese descansar, se decía agotado. Siempre agotado. Algunas cosas habían dejado de marchar, quizá por culpa del pasar de los días. Y ahora más que nunca necesita una rendija por donde se cuele un poco de claridad...