viernes, 21 de noviembre de 2014

Certezas indigeribles

Se levantó aquella mañana escuchando cómo la tormenta se alejaba y con un regusto extraño en la boca. La noche había sido tan larga como agitada. Aunque insistentemente había tratado de olvidarlo, aquello de lo que quería desprenderse fue lo primero que le vino a la cabeza: No siempre el esfuerzo tiene recompensa. Se había esforzado tanto, que aquel fracaso se le atragantaba en el estómago. No sabía otro modo de enfrentar sus batallas que con trabajo duro, pero a veces éste no es suficiente; y esta certeza se le hacía irremediablemente indigerible. Por esos sus desvelos y también la tormenta. Después de la derrota, poco queda...

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