martes, 2 de octubre de 2018

La niña bonita

Y allí estaba ella, la niña bonita. Bueno, ya rondaba la cuarentena pero siempre que se miraba al espejo veía a aquella pequeña que tenía por delante un futuro lleno de éxitos y que contaba cada paso como un triunfo. Poco le había costado salirse con la suya en el instituto, se había granjeado el apoyo de los que podían auparla hasta el final del camino sin apenas esfuerzo. Hubo algún pequeño contratiempo, pero que ella siempre supo driblar con tino y que acabó con alguna en la cola del paro. Después llegaron los primeros trabajos y le tocó escachar algunas cabezas. El objetivo era claro: ganar. Muchos le pusieron la cruz, pero al final se salía con la suya. Conocía al que decidía o a algún conocido, les vendía todas sus motos y daba igual el resto. También se guardaba ases en la manga, la información es poder, y no le temblaba el pulso jamás. Rodaballo vio como en un suspiro se quedó sin familia y trabajo. Se le cruzó en su camino, pero no midió bien sus fuerzas. Ella se lo advirtió bien claro, pero él no se lo vio venir. Un comentario aquí, otro allí. Al principio no le dio importancia y cuando quiso reaccionar, era tarde. Demasiado. Ella se había encargado de ir abonando el terreno y pronto se los puso a todos de su lado. Lo de las fotos «alineándose» en una discoteca a su mujer, quizá estuvo de más. Pero a lo hecho pecho…

Culpable o no, de Luis Miguel.

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