viernes, 19 de octubre de 2018

¡Qué necesidad!

¡Qué necesidad! Lo exclamó tan fuerte que todos los que la rodeaban se giraron hacia ella extrañados. Su grito desgarrado les paralizó. No sabían que sucedía, pero tras unos segundos de desconcierto, continuaron con sus vidas. Ella se desplomó, no físicamente, sino por dentro. Supo que ya no había vuelta atrás y que, dado el paso de sacarlo afuera, no le quedaba otra que tirar para delante. Ese grado de conciencia solo se materializó en un par de lágrimas que se le escaparon, llevaba demasiado tiempo llorando por las noches y casi que no le quedaban más. Qué necesidad, qué necesidad, se repetía incansable…

Como quien pierde una estrella, de Alejandro Fernández.

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