viernes, 28 de junio de 2019

Un golpe de buena suerte

Y rezó toda la noche para que las cosas le salieran como deseaba. Encendió una velita, se encomendó al cielo y rezó, lo hizo toda la noche. Solo necesitaba un golpe de buena suerte. Despertó agotado con los primeros rayos de sol, no podía ni con su alma. Abrió los ojos un poco deslumbrado por todo lo que se le avecinaba. Se levantó poco a poco y el frío del suelo lo fue gobernando sin darse cuenta. Llegó al baño y se dejó ir, después encendió las luces y comenzó a ducharse. El agua tibia, de esa que ni te despierta ni te reconforta, solo agua tibia. La toalla estaba para lavar y escurriendo fue hasta el armario del fondo para no hallar nada, menos mal que estaba su pijama. No quiso pensar en su suerte y dudó en si hacerse un jugo de naranja o si apostar por la infusión. Algo de miel le vendría bien, decidió. Todavía era de noche fuera y el reloj iba más rápido de lo que hubiera querido, se quedaba sin tiempo y se apresuró. Pantalones, camiseta, jersey y esos calcetines de la buena suerte. Se preparó un bocadillo rápido y salió a la desbandada. Era su primer día de trabajo y sabía que todo iba a cambiar.

Buena (mala) suerte, de Tiziano Ferro.

Pd. Llega lo bueno.

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