jueves, 26 de septiembre de 2019

Salirse de la norma

Es hora de despertar. La noche ha sido demasiado larga, le dijo Maribel entre las sábanas, pero ella ya no la escuchaba. Se levantó sin ganas, como si todo el peso de la humanidad recayera sobre sus maltrechos hombros. Estaba harta de los lugares comunes y también de tantos lunares que se le aparecían de repente por todos los rincones de su piel. Si apenas cogía sol. Su piel ya no era la de antes y, encima, las articulaciones no dejaban de dolerle. Sí, la noche había sido demasiado larga, pero no tanto como sus días: vacíos de contenido e iguales unos a otros. Ya no escuchaba la música, se dijo sin saber muy bien qué debía hacer. Se duchó igual que cada mañana, se vistió el uniforme y desayunó un plátano. No se salía ni un milímetro de la norma. Salió de casa cerrando la puerta sin hacer ruido, bajó la escalera, dejó la basura en el contenedor y caminó hacia el metro. Las mismas caras de todos los días. Faltaban cinco minutos, decía el marcador electrónico. Aún no hacía frío y se apoyó en una pared. Llegó a la oficina, saludó y se sentó delante del ordenador. Ocho horas después, cuando ya no quedaba nadie, apagó las luces y desanduvo sus pasos. Volvió a casa sin saber qué hacer. ¡Faltaba tanto para volver a dormir…!

Someone you love, de Lewis Capaldi.

Pd. Por si se me olvida, ésta es la entrada o post 1.498 de este blog. En nada llegamos a las 1.500.

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