Un niño con cara de enfado las vigila...

Decidí irme. No sé si Rabat está lejos o cerca. Supongo que eso depende de la vara con la que se midan las distancias... Dentro del avión ya me di cuenta de que lo que estaba por venir distaba mucho de lo vivido. Ese olor constante a humanidad y a cordero guisado envolvió mis días en el reino alauí. De las primeras imágenes que conservo en mi retina es la de un campo de girasoles rumbo a la región de Chaouen. Por las horas ya estaban cabizbajos, pero aún así impresionaban por bonitos. También me quedo con la gente por las carreteras, siempre andando sin meta clara, con las carnicerías al aire, las antenas parabólicas y los hombres sentados en los cafés observando lo que sucede frente a ellos, mientras las mujeres trabajan de sol a sol. También pienso en los niños, en esos que no siempre juegan. En este país es normal que trabajen, me dicen y guardo silencio porque sigue habiendo cosas que no dependen de mí. Llego a un pequeño poblado donde unas jóvenes acuden a una destartalada aula para aprender a leer y escribir. En mis labios el polvo del camino y ese mal olor constante que está presente en mis días en la nariz. Mientras las mujeres bereber aprenden, un niño de unos cinco o seis años, con cara de enfado, las vigila...

http://www.youtube.com/watch?v=zDQ_Ro86nik

Pdt. En una fiesta descubrí 'tacos de palabras' de Lila Downs...