jueves, 10 de diciembre de 2009

Olvido a la carta

Hace calor. Tal vez demasiado. El aire es árido, lo recuerdo bien. Ando sin querer. Intentando acortar mis pasos al máximo, no avanzar, pero el destino es irremediable. Al final, alcanzo la reja, detrás un par de gallinas. Con sus crestas, picos y plumas. No me gusta el olor. E intento alejarme de la jaula. Comienzan a alborotar. Sus cacareos se convierten en desazón. Me duelen los oídos. Quiero irme de allí rápido, pero no me dejan. Busco agua y millo. No soporto como comienzan a revolcarse y sus picotazos se me clavan en la memoria. La sangre no tarda en llegar. Se atacan unas a otras sin explicación y el hedor se hace omnipresente. No cesan en su lucha. Siguen, siguen y no paran. No puedo abrir la boca. Heridas de muerte, comienzan a calmarse. Se tumban en las esquinas de su cárcel. El silencio poco a poco se impone, sólo molestado por el ruido de alguna moto lejana. Tras la matanza, salgo huyendo. Ahora, tanto tiempo después, me dicen que se pueden borrar los recuerdos. Bueno, no, que unos investigadores norteamericanos pueden lograr que modifiquemos nuestros recuerdos, los malos. Se trata del olvido a la carta. Y no sé qué pensar... De primeras me resisto. Tal vez sea bueno, esbozo, pero en el fondo sé que sólo soy recuerdos.

http://www.youtube.com/watch?v=L42bHLZx3E0

Pdt. Me voy acostumbrando a esta realidad, dice Vanesa Martín en una bonita canción; 'Trampas'...

No hay comentarios: