sábado, 14 de enero de 2012

Hasta que se ponga el sol

Despiertas sin decir nada. Todo está lleno de polvo. La mesa, las sillas, el pequeño televisor… Abres primero el ojo izquierdo y luego el otro. Te estiras como puedes, pero en el fondo lo único que deseas en el mundo es seguir teniendo sueño para poder remolonear un rato más y quedarte hasta que se ponga el sol bajo el edredón violeta. Lejos queda el sol de agosto y la playa tibia y serena que te protege de todos los males. Poco queda ya de todo aquello, de las risas, del viento y de las carreteras que te llevan a sitios mejores. Añoras esa mochila que nunca llenaste para ir a recorrer el mundo sin planes ni tiempos de espera. Deberías levantarte, piensas, aunque sólo sea para tomar algo de leche y hacer como que todo es normal, que el mundo sigue girando y que la luna por fin descansa tras el ajetreo de la noche...

7 comentarios:

carmen dijo...

hay días y días. los buenos momentos vividos son impagables y quedan por siempre en nuestro registro, el recuerdo y el sentir que se fue pleno deben motivarnos a querer alcanzar nuevamente lo que tanto nos hizo felices... aunque la rutina y el día a día vayan borrando lo que anhelamos ser, siempre esta en el espíritu las ganas de buenos momentos.. saludos

Flaviani. dijo...

Ahora que estoy en cama sonrío al ver que hablas de remolonear. Qué bien se me da eso, y qué complicado es quitarse el vicio.

Ce Castro dijo...

cuanta razón teneis ambas. siempre hay que luchar por estar bien, carmen... Flaviani, yo ya he dejado de intentar quitarme de ese vicio jejeje ;)

Javier Muñiz dijo...

Hola,reales y altruistas letras van desnudando siligiosamente la implícita hermosura de este blog, si te va la palabra encadenada,la poesía,te espero en el mio,será un placer,es,
http://ligerodeequipaje1875.blogspot.com/
gracias, buen día, besos numantinos...

Ce Castro dijo...

muchas gracias por tu visita don vito... y no dudes que me pasaré también por tu blog. Un abraz

Madame Gisen dijo...

Hubo tiempos en que la rutina no era dolorosa porque no sabíamos lo que era. Ya cuando sabemos de que se trata levantarse en las mañanas todo se arruina con un poco de mansedumbre y a la vez un poco de rabia al saber que es casi tan necesaria como un poco de pan cada día, al menos eso aprendemos.

Ce Castro dijo...

Me quedo con: "Hubo tiempos en que la rutina no era dolorosa porque no sabíamos lo que era". Quiero digerir tu comentario poco a poco. Muchas gracias. Un abrazo.