Los días
que se van nunca vuelven y las oportunidades que se desperdician tampoco regresan.
Cada día sale el sol, una veces por el oeste otras por el norte nunca, pero casi
nunca por el sur. A los del sur no nos quieren, se repetía Hache cada vez que
se despertaba en mitad de la noche. Desde hacía unos días para acá no podía
conciliar bien el sueño y sus noches se hacían eternas. Daba vueltas y vueltas
intentando colocar las piezas del rompecabezas. En su tarea estaba solo y a
oscuras. Las velas habían dejado de calentar y no sabía cuando podría volver la
luz. Todo estaba meridianamente claro: los buenos tiempos habían cesado y ahora
tocaba travesía por el desierto. Lo bueno de vivir ochenta años es que unas
veces estás en lo más alto y otras en lo más bajo, pero siempre puedes volver a
ascender. Hache había crecido pensando en que algunos réditos no estaban a su
alcance, que nunca amaría como lo hace la gente de bien o que jamás le tocaría
alcanzar la cima. Eso había creído. Ahora tenía que empezar a desandar lo
andado...
domingo, 28 de abril de 2013
miércoles, 24 de abril de 2013
Leche fresca
Lulú
abrió la nevera sin leche y creyó desfallecer. Le apetecía tanto tomar un vaso
de leche fresca, que creía que ya nunca nada en la vida le volvería a salir bien. Recordó que
quizá quedase algún cartón olvidado en la despensa, pero tampoco lo halló. Tenía
las cortinas bajadas porque desde muy temprano el sol atizaba con fuerza en
este verano de abril vacío, tan extraño. Sólo le quedaba agua y dos galletas
reblandecidas por el paso del tiempo. Pero el hambre no era lo que más le dolía
en el corazón. Antes, cuando las cosas iban bien, siempre había alguien que
tocaba en la puerta o que la invitaba a pastas, su teléfono no dejaba de sonar
y su agenda tampoco descansaba. Ahora todo era diferente, ahora estaba sola. Nadie
se acordaba de ella y eso irremediablemente la ponía triste. La mayor parte del
tiempo Lulú lo llevaba bien, lo sobrellevaba, pero había momentos muy
complicados porque una cosa es pensarlo sola, sentada en una silla de la cocina,
y otra muy distinta confirmarlo. Maripili en sus momentos de agobio llamaba a
Juancho y no a ella, y Cindy había preferido pasar su día de descanso durmiendo.
Luismen ya no la llamaba y Mayte había desaparecido. Lulú lo sabía, su mundo
pasado ya no estaba, pero no podía evitar su pena...
viernes, 19 de abril de 2013
Comunicado oficial
Este viernes Azul
Tokio cumple seis años. Tal día como hoy en 2007 comenzó esta aventura singular
que ha logrado sumar 929 entradas. Muchas palabras que han cosechado más de
33.100 visitas de muchos rincones del mundo, 1.090 comentarios y aglutinar a
183 seguidores. Toca decir gracias, muchas gracias por tanto afecto. Y también,
como es habitual, afrontamos esta jornada con el deseo de continuar contando
cosas. Que así sea.
miércoles, 17 de abril de 2013
La cajita de Venecia
Un
extraño lunes de abril recibió un paquete. Poco después de despertar, Lulú oyó
el timbre y al abrir la puerta allí estaba una pequeña cajita decorada con
imágenes de Venecia. Extrañada ante el obsequio miró hacia ambos lados y no vio
ni oyó nada. ¿Quién la habría dejado? Unos segundos después cerró y se dispuso
a abrir el pequeño paquete. Le costó un poco, pero lo hizo. No se rendía fácilmente.
Mientras no atinaba con los dedos se oía una canción en la tele de Sarita Montiel.
Maniquí... Coincidiendo con las nueve de la mañana la cajita cedió y Lulú se
encontró con una pequeña misiva: No te rindas; y supo que aquello venía de muy
lejos, de un viejo amor. Se le aguaron los ojos. Tantos días después aún no
podía evitarlo. Respiró hondo y la colocó en su tocador, presidiendo su
habitación. Ahora a Lulú sólo le tocaba seguir luchando por conseguir sus
sueños.
viernes, 12 de abril de 2013
A las cinco
Se despertó a las
cinco. No había luces en la calle y apenas se oían coches. Todos dormían, pero
él no podía. Le atormentaba la crisis. Sus ahorros menguaban y no sabía cuál
podría ser la salida. Procuraba pensar que los malos tiempos no serían eternos,
pero temía no aguantar lo suficiente para salvarse. Veía la televisión y todas
las noticias eran malas: familias sin casa, colas inmensas en las oficinas de
empleo, gente rebuscando en los contenedores de basura... El reloj no avanzaba,
le dio miedo encender la radio y se fue hasta la cocina. Quizá debería
desayunar, pensó. Recorrió el camino, pero antes de llegar se arrepintió. Prefería
sin duda que las cosas fuesen diferentes. Sólo le apetecía una cosa: pintar
cosas bonitas.
martes, 9 de abril de 2013
El mar
"Vio el
mar muy cerca. No lo estaba, pero lo sintió, lo observó como si estuviera al
lado, como si fuera alguien diciéndole algo al oído. Y entonces salió al balcón
y se paró delante de él, del mar, de ese límite permanente entre él su vida y
lo que estaba más allá".
Y de repente fue ayer. Boris Izaguirre
domingo, 7 de abril de 2013
Ausencias y silencio
Y de
repente el silencio lo cubrió todo. No se dio cuenta, quizá había sido por
sorpresa, de un día para otro o no... Lo cierto es que ahora sólo había
ausencias y silencio, por todas partes. Inundándolo todo y sin dejar un
resquicio al bullicio, los consejos y la buena compañía. No había nada. Ni siquiera
su maldito teléfono sonaba. Para mitigar la ausencia de ruido ponía la radio,
abría las ventanas para que entrasen los sonidos de la calle y tiraba de la
cadena cada dos horas. Pero sabía que aunque se maquillase con colores exóticos
el silencio estaba allí y que se había quedado solo.
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