miércoles, 24 de abril de 2013

Leche fresca

Lulú abrió la nevera sin leche y creyó desfallecer. Le apetecía tanto tomar un vaso de leche fresca, que creía que ya nunca nada en la vida le volvería a salir bien. Recordó que quizá quedase algún cartón olvidado en la despensa, pero tampoco lo halló. Tenía las cortinas bajadas porque desde muy temprano el sol atizaba con fuerza en este verano de abril vacío, tan extraño. Sólo le quedaba agua y dos galletas reblandecidas por el paso del tiempo. Pero el hambre no era lo que más le dolía en el corazón. Antes, cuando las cosas iban bien, siempre había alguien que tocaba en la puerta o que la invitaba a pastas, su teléfono no dejaba de sonar y su agenda tampoco descansaba. Ahora todo era diferente, ahora estaba sola. Nadie se acordaba de ella y eso irremediablemente la ponía triste. La mayor parte del tiempo Lulú lo llevaba bien, lo sobrellevaba, pero había momentos muy complicados porque una cosa es pensarlo sola, sentada en una silla de la cocina, y otra muy distinta confirmarlo. Maripili en sus momentos de agobio llamaba a Juancho y no a ella, y Cindy había preferido pasar su día de descanso durmiendo. Luismen ya no la llamaba y Mayte había desaparecido. Lulú lo sabía, su mundo pasado ya no estaba, pero no podía evitar su pena...

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