Se había levantado tarareando aquel maldito bolero y la pena se le iba
haciendo al corazón. Intentó hacerse un jugo de naranja, pero la desgana por
todo le hizo optar por un poco de leche, en su vaso triste de todos los días,
gélida y sin azúcar. No le apetecían aditivos y menos hoy. Hacía tanto tiempo
que no la veía que sentía ahogarse a cada instante. Había olvidado cómo se
siente uno cuando lo miran, aunque sólo sea con una pizca de deseo. Aquello era
cosa del pasado y por eso creía ahogarse. Necesitaba aire, vida. Fue a buscarlo
a una farola de la calle. Anduvo y anduvo persiguiendo un recuerdo que no
terminaba de hallar. Y así llegó hasta su destino, pero –inquieto- no supo
dónde mirar. Encontró su nombre escrito en cada rincón de aquella calle y su
mundo se le vino encima y una pulsión extraña le brotó del estómago. Necesitaba
con urgencia saciar sus instintos para que el olvido fuese ganando la batalla.
viernes, 31 de enero de 2014
martes, 28 de enero de 2014
Andaba y no terminaba de alcanzar nada
Hace frío. Estos días hace frío y no lo puedes contener. Intentó salir
al sol, pero no pudo. Supuso que se habría marchado. Tímido y acobardado por la
vida. Procuraba abrigarse para que nada del exterior le afectase, pero hacía
demasiado frío. Había instantes en el que no se sentía los dedos de los pies y
el vaho le nublaba la vida. Sabía que iba detrás de algo, pero le era esquivo.
Luchaba sin descanso, pero en ocasiones desfallecía, bajaba los brazos. Iba detrás
y el frío no siempre le dejaba continuar. A su alrededor todos iban en manga de
camisa y pantalón corto, pero se le helaba la piel. Las nubes grises lo cubrían
todo y creía estar fuera del partido, del que jugaban todos, los buenos, todos
menos él. Andaba y andaba y no terminaba de alcanzar nada...
viernes, 24 de enero de 2014
En una cuneta de aquella estación
Se asomó a la
permeable ventana azul y se topó de frente y sin ambages con su pasado, con
todos aquellos recuerdos de un tiempo mejor, cuando lo era todo... Los días
habían pasado y su cara ya no era la misma, el paso del tiempo se le notaba
demasiado. Tampoco era igual su ánimo. Todo había variado abrumadoramente. No terminaba
de acatar lo irremediable, que las agujas del reloj no se detienen y que, en
ocasiones, traen nuevas que no son nada buenas. Se había quedado aparcado en
una cuneta de aquella estación que le había sido tan propicia, aquella en la
que todas las flores brillaban y la lluvia sólo le alcanzaba en verano. Ahora se
miraba al espejo y, desconsoladamente, no se reconocía.
'Sorry to se me go', de Teddy Thompson
'Sorry to se me go', de Teddy Thompson
martes, 21 de enero de 2014
Nubes y claros
Unos días después de la tormenta descubrió un viejo disco, de aquellos
de vinilo que nunca se cansaban de dar vueltas. Buscó en el altillo su pequeño
gramófono y se dispuso a pasar la mañana escuchando música mientras miraba
aquel cielo de enero con claros y nubes que tan buenos recuerdos le traía...
domingo, 19 de enero de 2014
El mar de septiembre
Lo único que
conservaba eran sus recuerdos. A pesar del pasar de los días, continuaban
intactos, libres de polvo y paja. Ahora, justo cuando las horas nubladas se
tornaban insondables, se convencía de que lo vivido había merecido la pena. Había
noches en las que el silencio de su miedo no la dejaba oír nada, pero su
memoria siempre la salvaba y era entonces cuando viajaba al mar de septiembre,
ese calmo y que cansado del ajetreo del verano sólo descansaba en paz. El sol,
la sal y el suave son de las olas la arrullaban hasta dormir...
'Magia blanca', de Turf
'Magia blanca', de Turf
viernes, 17 de enero de 2014
La tejedora
Las aceras aún están húmedas por culpa de la fría y larga noche. Este
sempiterno sol de invierno apenas calienta y, teniendo un principio poco claro,
se sabe que no tendrá un fin cierto. La tejedora continúa con su particular
letanía de cosidos intentando que la tristeza de los días no la atrape nunca. Lo
pretende sin descanso. Los coches zigzaguean a su aire entre las calles
procurando que ya nada se les quede atrás. Las tórtolas, por su parte, sí se han
marchado de la ciudad porque ya nadie en los parques les da de comer pan y la
pesadez del aire contaminado se les hace casi insoportable. Y los minutos continúan
sucediéndose uno tras otro, sin que nada importante pase...
Pdt. La imagen pertenece al filme 'Mi querida señorita'.
martes, 14 de enero de 2014
La fiesta de los malabares
Al alba todo se ve diferente, de un modo más real, más vivo. Al alba
todo es distinto. Las primeras luces del día se llevan los miedos, las penas y,
claro, también las amarguras. Con la noche las pesadillas se hacen grandes,
igual que cuando caes en un pozo oscuro y tenebroso. Las montañas se vuelven
más intrincadas y el viento, desapacible. Pero con el alba cada misterio se
desvela y los argumentos del día se convierten en lo suficientemente
reveladores para saber que no queda otra que tirar para adelante. Los
funambulistas bailan al son que marcan las agujas del misterioso reloj gris
plomo y ante los peligros del camino se crecen guardando un singular equilibrio
entre todo lo bueno y lo malo. Los trapecistas también se apuntan a la fiesta
de los malabares sabiendo que unas veces se gana y otras sencillamente se
pierde. Los tímidos rayos de la mañana poseen estas extrañas capacidades y es
que, al final, al alba todo se ve diferente.
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