domingo, 11 de enero de 2015

Desaparecer

Aquella fría mañana y bajo un timorato sol de invierno confesó a todos que quería desaparecer. Que lo había deseado más de una vez. Ante la mirada atónita de aquellos seres extraños, aclaró -un poco atropellada- que no hablaba de suicidarse, ni mucho menos, sino que estaba francamente agotada y que se estaba quedando sin fuerzas. Lo sé, me miro al espejo y no me gusta lo que veo, por eso quiero desaparecer, dijo sin aspavientos como si fuera algo normal. Antes, cuando era feliz, todo era distinto, pero durante esta dura travesía por el desierto sé que se me he ido perdiendo, he ido dejando de ser yo para convertirme en una cosa que se arrincona. Las puertas se iban cerrando una tras otra y ahora, y casi al final del recorrido o en mitad de él (no lo sé aún), quiero descansar, desparecer y descansar. Sus palabras no provocaron gran cosa entre su audiencia. Quizá la costumbre de oír desahuciados lo amodorra todo. La calima de enero tampoco ayuda. Y así estamos, intentando que todo esto pase...

No hay comentarios: