miércoles, 7 de enero de 2015

Sin aquel brillo especial

En algún punto lejano en el tiempo su vida cambió. Sus ojos dejaron de tener aquel brillo especial que sólo da la felicidad. Su gesto, antes diáfano, se había oscurecido ostensiblemente. Sus manos se movían torpes y su andar se había vuelto retraído, huidizo. Los que le rodeaban no se dieron cuenta de forma rápida, sino que fue con el paso de las semanas, de los meses, cuando cayeron en aquella intranquilizadora metamorfosis. En ocasiones, hasta desasosegante. Le observaban como distraídos y todos coincidían en que no era el mismo. Era otro, más triste.

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