domingo, 18 de septiembre de 2016

Elecciones

El miedo de unos es igual al miedo de los otros, pero en sentido inverso. Mientras unos dicen apostar ciertamente por la estabilidad otros rechazan lo viejo por podrido, pero en realidad los primeros tienen miedo a lo que pudiera venir, con esa resignación típica de las clases acomodadas, acomodadas a sobrevivir sin soñar nada más; y los segundos luchan porque están cansados de agachar la cabeza, de perderlo todo. Ninguno sabe qué es lo mejor, ojalá hubiera un manual de instrucciones. Unos tienen miedo a reivindicarse y los otros arrasan con todo, como si fueran depositarios de las verdades absolutas. En el fondo, todos pierden mientras ellos, los de siempre, ganan, se llenan los bolsillos y viven sin sospechar siquiera que tanto los primeros como los segundos no saben qué es vivir sin preocupaciones, no entienden ese miedo suyo al mañana y, por supuesto, no les interesa tocarse con ellos. Qué fea es la pobreza, dicen entre dientes mientras hacen chocar sus copas de vino del bueno y pican de esos tomates tan ricos aliñados con aceitito de oliva virgen. El miedo de los unos es igual al de los otros y de él se valen para que todo siga igual…

Ranging, de Kygo y Kodaline.

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