sábado, 23 de enero de 2010

¡Qué inocente eres!

¡Qué inocente eres!, me repites mil veces mientras apuras tus espagueti con atún en ese restaurante tan extraño al que siempre me llevas los jueves impares al mediodía. Lo haces con esa risa que se dibuja maliciosa entre tus dientes. Miro hacia el espejo que está detrás de ti y creo que me gusta ser así. Con principios y finales. Sigo sin entender algunas cosas, como que digan cosas que no son, que no se sientan o que aparenten ser caballeros andantes cuando sólo son escuderos porque a mí lo que realmente me mola es que Sancho Panza siga susurrando certezas y que los malos lo sean del todo. Que me acaricien los molinos de viento. Sigues con tu lección y me adviertes de la cantidad exagerada de hipócritas que hay en este mundo y el de más allá, y que tal vez España no esté preparada para comprar zapatos en tiempo de rebajas. Llega el segundo plato y de postre sólo me tomo un café solo. Siguiendo los dictámenes de mi religión oteo dos veces la hora en mi teléfono móvil y me despido al ritmo de ‘Waterloo’ de ABBA. Me das un beso en la mejilla y rebusco por si pillo algo de esa barba de tres días que me tiene insomne desde abril, pero nada. Ahora sonrío yo y ando a por las censuras, cuestiones de confianza y artículos tontos sobre lo maravillosas que son las cosas a dos mil kilómetros del río Tajo. Me detienes con un grito cuando ya trasponía. ¡Qué inocente eres!, me repites y vuelvo para abrazarme contigo, pero al llegar ya no estás.

http://www.youtube.com/watch?v=MJ_RAhRZc8g

Pdt. Hoy le toca el turno a Supremme de Luxe y su 'Indignidad'... ¡Olé!

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