sábado, 11 de febrero de 2012

Los mejores años

Stuart, Simon y Lucy siempre quedaban para ir al instituto juntos. A Lucy le gustaba ir en chándal y a veces atinaba a hacerse la cola sin que Stuart se metiese con ella. Simon siempre llevaba los cascos puestos, aunque no estuviese oyendo música, y le gustaba recordar las mejores jugadas del Barça. Se veían a las siete y cinco para coger el tranvía y cada día se sorprendían de que a Stuart no le diese frío yendo en pantalones cortos. Los martes a veces se ponía una chaqueta, pero era algo esporádico. Se subían y cuando lograban un asiento comenzaban a explicarse lo que les depararía el día. Simon a veces interrumpía para preguntarle a Stu si Bob o Suso, los de Las Delicias, le caían bien. “A mí no”, zanjaba. La bella doncella Lucy solía mantenerse en un discreto segundo plano, pero quería que algún día las bromas del gigante Stu no fueran inocentes y que bajo esa coraza algún día latiese amor. Aunque disimulase, iba triste desde que una mañana Stuart le contó que le habían prohibido verse con Meli y que ese día, el que se lo comunicaron, si John no le detiene hubiese destrozado de rabia todos los escaparates que a su paso se encontraba. También le dijo cómo sus padres se habían dado cuenta de que andaba triste y que les había tenido que confesar que sin verla algún día dejaría de poder respirar. Simon, 35 centímetros más bajo, miraba a Stuart con los ojos bien abiertos, como si fuese un dios al que seguir. Lo admiraba tanto que sin darse cuenta siempre buscaba su aprobación. Por eso, desde abril comenzó también a llevar pantalón corto, independientemente del frío. Lucy respiraba casi sin que se notaba y prefería los días que no conseguían sitio libre porque así en los bandazos del taciturno tranvía podía casi notar el respirar de su príncipe azul. Llegaban al destino a las ocho menos cuarto y luego les quedaba un pequeño trecho hasta el instituto. Entre los viandantes seguían hablando sin descanso de las cosas importantes de la vida: el examen del próximo viernes, la locura transitoria de la profesora de matemáticas, la nueva temporada de Águila Roja y las fotos que había colgado San Blas en el tuenti… No se daban cuenta de que estos serían los mejores años de su vida y que no dentro de mucho los echarían de menos…


Pdt. Hay historias extrañas que surgen mirando lo que pasa todos los días y también hay canciones que llegan en el momento justo...

2 comentarios:

Marina Kahlo dijo...

me encanta este blog. Un saludo!

Ce Castro dijo...

Muchas gracias Marina. Me encanta que te pases siempre que quieras por aquí...