jueves, 30 de agosto de 2012

Hasta tanto

Marta se desvivía por Paul. Siempre estaba pendiente de él, de su salud, de su ánimo. Al menor cambio de su expresión, ahí estaba ella para calmar las heridas. No siempre fue así, ella sin darse cuenta fue cediendo espacio a aquel marino inglés que había llegado un verano en busca de aventuras y empresas harto complicadas. Cocinaba y tendía la ropa, pero sobre todas las cosas ella servía para que la realidad no le fuese dolorosa… A veces se extrañaba de su actitud, antes no era tan dadivosa, más bien lo contrario. Dicen que siempre en los acuerdos entre dos, hay uno que da más que el otro, que esto es algo inevitable. “Supongo que está bien”, se decía algunas noches que pasaba en vigilia, aunque no podía evitar pensar que las cosas serían así hasta que ella dijese hasta aquí hemos llegado. Ese momento sería en el que le tocaría hablar a Paul. Quizá esté dispuesto a dar. Hasta tanto, Marta continuaba mirando el cielo despejado las noches de luna creciente o el viento soplando las olas del mar…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es una vigilia cristalina, espectacular post!

Romina dijo...

preciosamente triste

Ce Castro dijo...

Muchas gracias a ambos por seguir paseando por aquí a pesar de mis ausencias. Gracias, de corazón