miércoles, 5 de marzo de 2014

Trazos de luz

Y se creyó que aquella maldita canción era feliz. Por eso cuando él se fue no pudo volverla a poner en su tocadiscos. Antes, cuando todo era felicidad no paraba de tararearla. Era el primer pensamiento que le venía a la cabeza al despertar, la cantaba de camino al trabajo y también mientras almorzaba un bocadillo a toda prisa en la oficina. Pensó que era alegre por que le recordaba a él, a su voz, a su olor y sobre todo a sus manos. Por las tardes cuando le tocaba clases de pintura, de su acuarela sólo salían trazos de luz. En aquel tiempo sabía que la oscuridad no podría con ella, pero tristemente pagó cara su osadía. Ahora él no estaba y su tocadiscos se había estropeado por el desuso. No sabía qué ocurriría mañana, pero había perdido todo interés. En algún amanecer recordaba alguna estrofa que en lugar de lanzarla al espacio la dejaba hundida bajo las sábanas. Maldita canción...

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