martes, 1 de junio de 2010

Mi tiempo se acaba

Entre acto y acto suele haber un cambio de escenario. El sofá acolchado, la mesa de comedor y la jaula de los pericos azules dejan paso a una terraza mirando al horizonte. Se oye el run run del mar, el romper de las olas y las gaviotas de pesca. El olor a sal lo invade todo y crees que el mundo es algo nuevo por descubrir. Y de pronto, en mitad de un cruce, aparece el pasado. Pasa de largo y no le apetece apearse. Tarareas una canción y el telón vuelve a caer, pero esta vez de forma más pesada, a plomo. Volvemos al inicio. El último acto de esta alta comedia acaba justo donde comenzó, en un salón dieciochesco. Ahora la fantasía se confunde con la realidad y a pesar de todo sigo andando junto a la playa de la Concha. No se me mojan los tobillos y eso que el Cantábrico lo intenta con ahínco. Los surfers, a lo lejos, intentan enganchar ola tras ola embuchados en sus neoprenos. Decido cambiar algunos retazos de este puro teatro que me desvela los martes y los jueves. Y aparecen unos ojos oscuros y una piel tostada y luego le sigue el vacío y la añoranza a lo que no existió. San Sebastián está como adormilada, lleno de turistas que van y vienen susurrando nombres de comida en francés y piropos en euskera. Y al pasado, un poco ególatra, no le apetece irse. Tampoco quedarse. Y mi tiempo se acaba. Me acuerdo del tic tac y de que esto no puede ir más allá de los noventa minutos. No puede convertirse en un culebrón, sólo una obrita de teatro aficionado. Me quedo sobre las tablas y comienzo a dar vueltas, escuchando atentamente el crujir de las maderas… Al final ojeo bien la señal frente a mí y decido tomar una ruta sabiendo que la próxima función será simplemente distinta.

http://www.youtube.com/watch?v=tnrkr5-nTgE

Pdt. De vuelta a casa me encontré con 'Barco a Venus' cantada por Ana Torroja...

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