lunes, 17 de febrero de 2014

Sentado en un sofá de escay azul

Y al final era todo una maldita mentira. No decías la verdad cuando gritabas que lo único que te importaba era mi felicidad. Tampoco eras sincero cuando acusabas a los del edificio de enfrente de maquillar las cosas porque tú sí eras limpio y puro. Todos estaban contra ti, mi pobre niño rico. Me creí todos tus discursos acerca del amor, la soledad y la pobreza energética. Ibas a construirme un mundo mejor y no quedó nada de eso. Ibas de guay, de comprometido, pero lo único que querías era un amor efímero, pero sobre todo que los focos de la tele sólo te iluminasen a ti. Progre hasta la muerte, llorabas en mi regazo dolido por las injusticias del mundo. Y ahora todo se ha vuelto del revés. ¡Qué pronto te quitaste las mochilas de lo mundano! Al final te mudaste sin rubor para luchar junto a los del edificio de enfrente excusándote en que la calle está muy fría a estas alturas de febrero. De salvador de la patria, de la chica, de la mía, has pasado a buen comensal y, por qué no, a contar que el mundo está lleno de estrellas rutilantes cuando sólo quedan aquellas tristes luces de navidad que compraste para mí en el chino de la calle Salamanca. Así que al final todo era una maldita mentira y no sé qué es peor: que no hayas contado ninguna verdad o que yo me las quisiera creer porque pensaba que era posible que todo fuera diferente, mejor. Y me acuerdo de cuando luchabas por los pobres y en contra de los ricos simplemente porque afirmabas que siempre había que estar del lado de los débiles, de los que siempre pierden. Dar voz a los sin voz. ¿Y ahora? Ahora sigo con la cara llena de aquella escarcha dorada de promesas en un mundo bueno mientras tú sientas cátedra sentado en un sofá de escay azul desayunando tostadas con manteca colorada.

'Billie Jean', de The Civil Wars 

2 comentarios:

Patricia dijo...

El mundo está lleno de Robin Hoods hipócritas que cambian de bando como de camisa, de poco puede finarse uno (o una) hoy en día. Me gusta cómo lo cuentas, el rencor que acuñan sus palabras y su expresión, y cómo no iba a hacerlo, las promesas que se desprometen y la hipocresía duelen mucho.
Un abrazo enorme, letrista.

Ce Castro dijo...

Muchas gracias, Patricia por tu comentario. Coincido contigo en que hay demasiados falsos Robin Hoods en estos tiempos, pero creo que gracias a esto hemos entre todos desarrollado herramientas para que no nos tomen el pelo... Un abrazo ;)