jueves, 2 de octubre de 2014

Ciegos de alegría

Fingía todo el día. Como si nada pasase por sus adentros. Como si la vida fuera bien o como si los quereres no variaran ciegos de alegría. Desde el principio hasta el final, disimulaba. Aparentaba que las judías habían subido demasiado o que el brócoli estaba una vez más por los suelos. Sólo leía diarios británicos y amanecía con el Washington Post entre sus dedos. Representaba todos los papeles de su comedia, que algunos días mutaba a revista musical. Pero al llegar cada noche, la máscara se le caía y la vida no era tan bella como le decían las canciones de amor. El maquillaje se le borraba poco a poco -despacio- pensando sólo en ti. Las carnes también se le abrían y la fuerza se le desvanecía en el aire que le rodeaba. Y, sin descanso, se acurrucaba deseando que de una vez todas las tormentas amainaran.

2 comentarios:

Phocás dijo...

Qué buena esta entrada! Me ha encantado la imagen que has querido proyectar...

Ce Castro dijo...

Muchas gracias por tu comentario y por visitar el blog. Un abrazo fuerte. ;)