Algún día de estos será el día mundial del teatro. Uno más de esos que pasarán sin pena ni gloria. Anque todos se empeñen cada vez más en celebrarlo. En todos y cada uno de los pueblos de este recóndito Archipiélago [Canarias, España] alejado y a veces a la deriva se preparan representaciones. Unas con más boato que otras, pero todas gestadas desde la ilusión y la magia. Mientras llos lo hacen no puedo olvidar 1994.
Ese año, en un teatro, me enamoré por primera vez. Lo hice de alguien que estaba sobre el escenario. Su voz aún retumba en mis oídos. Elsa López leía poesía y todos escuchábamos embobados ese sonido suave y dulce que brotaba desde su garganta. Lástima que sea una mujer... ¡Ay si no lo fuese! No recuerdo bien de quién eran los versos, pero eso poco importa ya. Los que osan subirse a las tablas tienen ese don, el de hacer que el mundo se detenga y de que todo sea mejor.
Algún tiempo después, me topé con El corazón de los pájaros,una novela imprescindible. En ella me reencontré con Elsa, pero no sólo con ella, también con mi abuela y con esa sociedad profundamente matrialcal palmera de la que soy heredero.
"Las cosas que se hacen desde el cariño, nunca están mal", me susurró en una mañana soleada la escritora y esas palabras me acompañan cada día, al igual que sus profundos ojos azul grisáceo, esos que me recuerdan la inmensidad del Atlántico que bañó mi infancia y se rompía virulento contra las rocas de Puerto Naos [La Palma, Canarias].
La pasión es otra constante en la vida de Elsa, como en el teatro. Algún día le darán un gran premio, uno azul tokio, ¿Para qué dilatar más algo que antes o después va a suceder irremediablemente? Aunque, claro, en una buena obra de teatro, el dramaturgo debe estudiar los tiempos y conseguir que interés se mantenga hasta el final.
Por ello, el teatro no morirá nunca. Puede que algunos se vacíen, que se bajen para siempre muchos telones, que desaparezcan las bambalinas, pero esta modalidad pura de arte evolucionará y reaparecerá con la misma fuerza de siempre, y más en estas Islas [Canarias, España] donde no faltan voluntarios para "hacer teatro" y plagada de teatreros divertidos, desde el Parlamento regional hasta la última barranquera.
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