miércoles, 25 de abril de 2007

Tras los mostradores

El vacío absoluto. Cuando parecía que el peligro no iba a llegar nunca, se presentó sin avisar. Ya no está. Se acabó. Y es para siempre. No puedo estar feliz, aunque sepa que todo va a ser por su bien. Simplemente no puedo. ¿Y ahora qué va a pasar? Ojalá lo supiera. No lo sé. Lo único que puedo recordar es como mi cuerpo se abrió en canal, desgarrado por el dolor. ¿Por qué siempre pierden los mismos? ¿Por qué siempre nosotros?
Descubrí todo lo que no quiero. ¿Cómo se puede meter tanto la pata? No lo entiendo. Sigue ahí, en su mundo, en ese que sólo existe para ella. Somos tan distintos. Tanto, que casi es imposible mirarnos a los ojos.Al final, lágrimas. Pero de esas cobardes, a escondidas. Te he dicho que odio a los cobardes. Pues sí, así es. Lágrimas, tarde y mal, porque si hubiera tenido cojones hubiese llorado conmigo, delante de todos. Pero no fue capaz, ni de un mísero guiño de ojo.
Se fue. La vi perderse detrás de aquellos mostradores, con ese aire despistado que siempre la embarga. No la dejó irse en paz. Pero se fue y yo estaba allí, sin poder chillar todo lo que quería gritar. Sin poder insultar, ni patalear, ni nada... ¡La vida es una mierda!
Todo será para mejor, intento repetirme una y otra vez, pero me cuesta tanto... Sólo me quedan buenos deseos, porque no estoy seguro de cuando volveré a ver esos ojos, esa piel, y lo que es más importante, esa sonrisa. Aunque para ser sinceros, hacía demasiado tiempo que no la veía sonreír.
Y ahora sólo queda dolor. Lameré mis heridas, siempre lo hago, pero a veces estoy tan cansado, que me resisto. Que no quiero. Que me gustaría que todo pasase como una bonita estrella fugaz. Aunque ya no existan.
Ahora toca volver al principio. Al vacío absoluto y desgarrador. Me caí, pero tuve que levantarme, para que no me viese sufrir. Se fue sin pensarlo. Tenía que hacerlo, pero eso a veces no importa... Porque lo único que importan son los ángeles.
Del vacío absoluto a la tristeza. Después de una noche maravillosa, la agonía de una espera. Al lado del teléfono móvil. Pero no sonó. A pesar de que dijo que sí lo haría. ¿Qué diablos pasó? No lo sé.

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