domingo, 14 de septiembre de 2008

Game over

Lo de las maquinitas nunca fue lo mío, lo reconozco. No se me daban bien, aunque hubo una época en la que me cautivaron. Fue cuando iba a los recreativos con los chicos grandes –a mi hermano le obligaban llevarme con él- y allí me pasaba las tardes enteras de los domingos. Tenía nueve o diez años. Creo que se llamaban ‘Carambola’ y estaban en la Díaz Pimienta, una de mis calles favoritas de Los Llanos. Allí también había una agencia de viajes, esa que me llevaba a soñar con otros mundos. Pero volviendo al principio, en aquel inmenso salón había un montón de maquinas. Me gustaba el billar y también los futbolines, pero sin lugar a dudas, la reina era una de esas máquinas que sólo comían con monedas de cien pesetas y recreaba una carrera de motos. Uno de esos grandes premios. Para jugar en ella había que sentarse en un sillón super chulo rojo y blanco. Lo recuerdo como si fuera ahora mismo. Nunca batí ningún récord. Lo cierto es que la mayor parte del tiempo me lo pasaba mirando como otros jugaban... Cuando me tocaba a mí podía sentir mi corazón a mil por hora y las manos me temblaban sin descanso, me costaba mucho dominar aquellos mandos que me quedaban grandes y todo el rato andaba por la hierba y cuando conseguía pillar piche un mensaje estridente que ocupaba toda la pantalla terminaba con mis esperanzas de llegar a la meta. ‘Game over’. Se acabó el juego y sabía que ahora sí era para siempre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

qué linda imagen, azultokio, me transmite mucha tranquilidad...

fdo: vera

Ce Castro dijo...

Me alegra mucho que te guste esta nueva imagen de mi mundo... A mí también me mola la foto, la rescaté del pasado, del 20 de noviembre de 2007 -de una entrada que se llama 'buenas nuevas'- y a mí también me transmite paz y tranquilidad, que nunca está de más. 1 abrazo.