viernes, 18 de enero de 2008

Y al séptimo tono saltó el contestador


Hace meses sentía mariposas en el estómago. Eso me gustaba. Hoy las he vuelto a sentir revolotear llenas de colores. Estaban abrigadas dentro de mí. Como dormidas, pero vivas. Marqué ese número olvidado. Treinta días después. Los tonos sonaron. Siete. Después saltó un contestador anodino. No dije nada y colgué, pero el corazón me iba y aún me va a mil por hora. Había estudiado lo que iba a decir. Lo había memorizado. Una y otra vez. Lo tenía todo preparado, pero nadie descolgó el teléfono. Y ahora sigo en el limbo. Esperando. Como siempre. Añorando tu pecho. Tu piel. Triste. Al rato, vuelvo a respirar. Mi corazón se calma. Enciendo la tele y una canción aparece. Mientras tanto miro la vida pasar. Y no sabes cuánto me cuesta aceptar que no volverás. Por el momento miro la vida pasar. Sin venir a cuento alguien te vuelve a nombrar. Pasado el tiempo sigo igual. A veces pienso que he perdido la cabeza. Y algunos días sin razón. Ya ni me late el corazón. En esta cárcel de rencor... Fangoria canta. Y yo interiorizo las cosas que dice y miro mi teléfono móvil sobre la mesa dolorida del salón. Quieto. Sin sonar. Pero yo sigo ahí cerca de él. Con él y una lágrima tonta asoma.
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Pdt. Tres cosas: El chuecaweekend se ha suspendido, por razones que se escapan al bien y el mal. La foto pertenece a V. Expósito. Comienzan diez días de descanso, busco llenar huecos.

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