viernes, 15 de junio de 2007

A dos mil kilómetros


El cielo hoy es suave. No estaba acostumbrado a eso. Siempre había sido intenso, para bien o para mal, pero intenso. Y esta mañana no. No había apenas nubes y su azul era claro, tal vez, demasiado. Hacía un poco de calor y las nubes, bien plantadas, estaban lejos. Como esperando a que alguien diese la señal de ataque… Después coches, motos, ruidos… Pero eso había dejado de ser importante porque a dos mil kilómetros de aquí hace frío. Mucho. En ese lugar no hay árboles, ni paraguas turquesa. Edificios, sí y grandes avenidas, también. Casi es el centro del mundo, aunque yo no esté allí. Estoy aquí, lejos. Mirando árboles, flores y caras que no dicen nada. Aguardando su regreso…

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