viernes, 1 de junio de 2007

El día

Ha llegado el momento. Lo recuerdo como si fuese hoy. Aquel primer día. No sé de donde venía, pero estaba cansado, a pesar de ser aún media mañana. Lo de no tener horarios, ni fechas en el calendario tiene inconvenientes que a la larga pasan factura. El caso es que el policía de la puerta se puso tonto, como siempre, porque no se veía con la suficiente claridad mi carné identificativo. Al final, un disculpe y para dentro...
Buenos días, les dije a los ujieres. A todos, y mira que hay. Después subí por aquellas escaleritas serpenteantes y fui a desembocar al hemiciclo principal. Las alfombras y las lámparas con forma de araña remolona estaban relucientes. El sol también. No había mucho movimiento, pero siempre aparece alguna primera figura.
Miré a la parte alta y mi compañero allí estaba, atento a cuanto acontecía... Me dirigí hasta él. Así que tuve que pasar primero por un pasillo estrecho y no perderme por el dédalo de despachos de la Cámara. El suelo de madera chirriaba, pero antes de llegar, me quedaba el último obstáculo. Atravesar en silencio un conducto estrecho lleno de sillas ocupadas.
Lo intenté. Juro que lo hice, pero a medio camino tuve que detenerme. Allí estaba. Con una camisa rosa y un pantalón claro. Mirando al vacío. Observando como unos y otros hablaban... La 'grande' estaba apunto de comenzar su discurso, pues comenzó a caminar directa al atril con la solvencia rutilante a la que acostumbra. Todos la esperaban a ella y a su iniciativa legislativa. Hasta él, para eso estaba allí.
No pude hacer más que mirarlo. A partir de ese instante, el resto poco me importó. No sabía ni quién era, ni lo que allí hacía, pero cuan poco me preocupaba eso en aquel momento. Al rato pude seguir avanzando. Llegué a mi destino, pero ese lugar ya era distinto. Era otro. Mi mundo había cambiado para siempre.
Sus ojos y sus dedos... Mientras, mi corazón estaba quieto. Tranquilo, como enfermo que espera la muerte. Ahora dan igual los gatos negros y los coches fúnebres porque están sus dedos y sus ojos, que a veces me miran a escondidas.
No sé cuanto tiempo ha pasado desde aquello. Las cosas han ido despacio, pero han ido.


Ese sitio maravilloso existe y está en:
http://www.parcan.es/informacion/360/

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