Pasaba la cincuentena y había vivido feliz, creyéndose todopoderoso. A
los veinte había dejado su hogar para ir a buscar nuevos mundos y los halló. Estudió
como el que más y trabajó duro para lograr algunos inalcanzables. Por el camino
se fue encontrando a gentes que le hicieron deshacerse de su pasado. Unos por
otros y se creía invencible. Pero todas las historias tienen un final y cuando
los que estimaba suyos optaron por dejar de contarle confidencias al oído y
alejarse se quedó solo. Irremediablemente solo. Ahí supo que hay cosas que es
mejor no abandonar porque al fin y al cabo son las únicas nuestras. Debió regresar
al inicio con las orejas gachas. Temía las reacciones de los que había dejado,
pero a pesar de sus pesares encontró alegría. Ahora pasaba la cincuentena y no
tenía nada, se sabía frágil, pero se sabía feliz.
domingo, 29 de diciembre de 2013
jueves, 5 de diciembre de 2013
La ciudad de los chicharros
El Lucas y la Marta salieron corriendo después de que todo se
estropease. Huían de la vida, de su vida, de la que en mala suerte les había
tocado. Desde chicos habían intentado vivir, pero la vida les había puesto demasiadas
zancadillas. Se conocieron en una parada del tranvía, cuando ya ninguno de los
dos esperaba nada. Ella vivía de prestado en el cuarto de una vieja viuda que
la ponía a pedir por el mercado los días de diario y él, incansable, rebuscaba entre
los contenedores de basura para sobrevivir cada noche. Ambos tenían ganas de
seguir vivos y por eso huían de la mediocre ciudad de los chicharros hacia un
mundo nuevo. No sabían nada acerca de lo que vendría después. Lo que les impulsaba
a seguir corriendo era saber que el sol siempre sale por el este, que siempre
hay un mañana. En su marcha escalaban montañas, respiraban aire puro y
escuchaban el trotar de los caballos libres. Nunca se detenían. El Lucas y la
Marta corrían juntos hacia la libertad.
sábado, 30 de noviembre de 2013
Había panza de burro
Un martes a las tres en punto se fue. Un martes a las tres en punto se
me fue el amor, la vida. Fue justo después de almorzar. Sí, un martes de verano
a las tres de la tarde. Cogió sus bártulos y sin pensarlo, casi sin ruido, me
dijo que se iba. Un martes -¡hay que joderse!- a las tres en punto se me rompió
el corazón en mil pedazos imposibles de recomponer. Aquel día estaba nublado,
había panza de burro...
miércoles, 27 de noviembre de 2013
La maldita letra
Se oía una canción a lo lejos. La tarareaban un grupo de niños que
estaban jugando a la comba mientras esperaban la guagua, que puntual a su cita
llegó a los pocos minutos y partió rumbo al colegio. A los pequeños les quedaba
un largo trecho. Intentó recordar aquella maldita letra, pero sólo pudo
quedarse con la melodía, que le acompañaría el resto del día. Le martirizaba el
cerebro, pero no pudo deshacerse de ella. Pasaron unas cuantas horas y en cada
silencio ahí volvía a aparecer, de improviso, como los ladrones al descuido. Sólo
quienes lo han sufrido saben lo que es y no fue hasta que se despertó, al día
siguiente, cuando pudo identificar cada palabra. Fue una revelación, nada más
abrir los ojos, con una sorprendente lucidez apareció y la recitó a viva voz: Antón, Antón;
Antón Pirulero, cada cual, cada cual que atienda su juego, y el que no lo
atienda, pagará una prenda...
viernes, 22 de noviembre de 2013
Mi día
Un grupo de niños juega entre las olas, a pesar de que noviembre
avanza hacia su ocaso. Los deportistas andan por la arena ataviados con su ropa
ajustada y sin mirar atrás. Las luces se van apagando poco a poco y todo se
queda en calma. El mar por fin descansa y sus olas amainan, igual que lo hacen
los ruidos de los camiones que aparcan por las esquinas buscando alegrías
malsanas. Todo está quieto, salvo mi corazón. Estoy en paz y por eso una
sensación extraña se va apoderando de mis raíces: la felicidad. Hoy es viernes
y sé que será un gran día, mi día...
sábado, 16 de noviembre de 2013
Los segundones
El mejor no es quien hace aspavientos y finge luchar heroicamente
contra lo imposible, sino el que se deja llevar sin aparente esfuerzo y parece
que tropieza con la perfección antes de haber llegado a buscarla. Los realmente
buenos son los menos vistosos. Por eso la gente suele preferir a los segundones
efectistas tanto entre los jinetes como entre los cantantes...
'
La hermandad de la buena suerte', Fernando Savater
miércoles, 13 de noviembre de 2013
El próximo verano
Y era una mañana de
verano, pero no de un verano cualquiera, sino de ése que no quiere marcharse, ése
que ronda septiembre y que inevitable se encamina hacia la eternidad. Te despertabas
siempre entre sábanas blancas y te asomabas al balcón con aquellas olas susurrantes,
que nos encariñaban aún más. Preparabas un par de tostadas y las aderezabas con
frutas de mil sabores. Parecía que todo era posible y no queríamos que aquello
finalizase jamás. El sol adormilaba a las salamandras y los niños jugaban a
destruir castillos de arena. Pero una mañana de verano le dio por llover, el
sol dejó de visitarnos y los niños en el cole dejaron de creer en castillos
encantados... Echo de menos todo aquello, también los caramelos junto a la
entrada del salón y el tocadiscos sonando sin parar. Habrá que dejar a las
cosas pasar, me dicen los detectives que te buscan sin descanso, aunque perdido
no sé si con esta tristeza pueda alcanzar el próximo verano...
'Despacito y con buena letra', de El Viaje de Elliot
'Despacito y con buena letra', de El Viaje de Elliot
domingo, 10 de noviembre de 2013
El sol terminó por vencer a la densa neblina
La
pesada bruma del invierno se disipó, por fin, el pasado martes. Fue de una
forma repentina e inesperada. La pequeña Mery Sue se había levantado con la
inquietud de querer recolectar las fresas de temporada antes de que se echaran
irremediablemente a perder. Salvar la cosecha era su máxima y única preocupación.
Por su parte, Tom, que había salido a dar de comer al ganado, sólo pensaba en
su triste corazón. Últimamente le había dado algún disgusto y tanto pesar a
cuestas siempre terminaba pasándole factura. Desayunó una quinta de vino y tiró
para el monte. A media mañana sintió una pequeña intranquilidad en el estómago.
Fue como si lo inevitable se aproximara imparable. Pocos segundos después,
entre la niebla, se hizo fuerte un primer rayo de sol. Con los ojos bien
abiertos, culpa de la extrañeza del fenómeno, se mantuvo quieto hasta que el
sol contento terminó por vencer a la densa neblina. A Mery Sue se le cayó al
suelo la cesta llena de fresones y corrió henchida de felicidad hacia el claro
del bosque. Allí se encontraron y gozosos se dieron un gran abrazo. Ambos sabían
que la llegada del sol iba de la mano del regreso de Matt. Tal vez tardaría
unos días, a lo sumo dos semanas, pero más pronto que tarde aquel militar
irlandés, pelirrojo y siempre sonriente, estaría en casa de nuevo, junto a su
hija y al amor de su vida.
jueves, 7 de noviembre de 2013
El día que me muera
El día
que yo me muera, como me venga uno con resurrecciones y demás, ¡le parto la
cara!
El brezal de Brand, A. Schmidt
viernes, 1 de noviembre de 2013
Imparable
Y el sol está ahí,
imparable. Observándolo todo y permitiendo que la vida continúe. Las malas
hierbas descansan y el jardinero feliz desayuna chocolate con churros en un
paraíso cercano. Los 24 horas adormilados apuestan por detenerse un segundo a mirar
las estrellas; la doña del sexto ha dejado de fumar y los niños bailan break-dance cerca de la piscina del apartotel. Y el sol sigue ahí...
'Non, Je ne regrette rien', de Edith Piaf
'Non, Je ne regrette rien', de Edith Piaf
viernes, 25 de octubre de 2013
Nubes de otoño
Parece que por fin
llegan las primeras nubes del otoño. Con ellas, también alcanzan las orillas
las timoratas tristezas que acompañan la falta de claridad. Quizá esto no sea
algo nuevo, pero estos días grises y atolondrados descorazonan un poco. Los
folios están en blanco y las barcas bien amarradas a tierra. La zozobra
juguetea con los pájaros y las niñas temen salir de casa antes del anochecer. Nada
está decidido o, mejor, todo está por decidir. Ojalá supiese cuáles serán las
nuevas palabras que decoren mis nuevas páginas o cuáles serán las aventuras de
esos pequeños botes de carácter intrépido. Todo sería más sencillo, más fácil. Pero
toca lo que toca: nubes de otoño.
'Quiéreme', de Rosana Arbelo
'Quiéreme', de Rosana Arbelo
martes, 22 de octubre de 2013
Inventos del demonio
Siempre
pensó que no le tocaría a él, que se moriría trabajando entre aquellas cuatro paredes, pero aquella mañana de
otoño la secretaria del dueño, la señorita Rose, le comunicó que la Corporación
Gapafastion había decidido rescindir su contrato. No había hueco para él y con él
se iban a la calle otros cuarenta hombres y mujeres más. No estaba solo en la
calamidad, pero eso no era consuelo. Llevaba en aquella fábrica más de quince
años, toda una vida. Desde hacía unos meses el número de desempleados iba
creciendo sin parar en la ciudad y los despidos eran un goteo que no cesaba. En
las reuniones del sindicato la ferocidad iba creciendo de forma imparable. La desesperación
aquí iba de la mano de la rabia. Pronto llegaron las revueltas y los
disturbios, antesala del hambre. Muchos la tomaban contra las máquinas,
aquellos inventos del demonio que hacían todo el trabajo y eran sinónimo de
paro y pobreza... Él no sabía qué hacer.
miércoles, 16 de octubre de 2013
Justo para sobrevivir
Y al final apareció
Jimmy en aquel bar de mala muerte buscando guerra. Hacía tiempo que no le daba
aire y quizá por eso tenía ganas de bailar con la más fea. Se arrimó a la barra
y comenzó a beber copas de cava. Una tras otra y sin parar. Y cuando parecía un
perro, arrinconado y sin escapatoria, ella lo rescató con sus ojos de gata
desde el otro lado de la barra. La invitó a una copa y se arrimó a ella para
que le diera su aliento, el justo para sobrevivir. No sabía quién era, pero tampoco
le importaba. Tampoco le
molestó que se quedase con su cartera y con su dignidad. Bastante tenía Jimmy con llevar a cuestas sus mal de amores, que no le dejaba vivir en paz. A las cuatro de la madrugada los camareros le sacaron a rastras del local y le pidieron que no volviese. De regreso recordó todos los días felices, aquellos en los que paseaba bajo la lluvia de la mano de Betsabé.
'80 veces', de Rozalén
molestó que se quedase con su cartera y con su dignidad. Bastante tenía Jimmy con llevar a cuestas sus mal de amores, que no le dejaba vivir en paz. A las cuatro de la madrugada los camareros le sacaron a rastras del local y le pidieron que no volviese. De regreso recordó todos los días felices, aquellos en los que paseaba bajo la lluvia de la mano de Betsabé.
'80 veces', de Rozalén
viernes, 11 de octubre de 2013
Todo está bien
Echo la
vista atrás y no guardo ni una pizca rencor. Miro con detenimiento, recordando
los detalles, con la tranquilidad que da el paso sosegado del tiempo. Sopeso los
errores y también los aciertos. De nada sirve pensar en qué haría si todo
volviese atrás. Ahora tocan otras cosas y satisface sentir que todo está
bien, incluso lo malo. Todo está bien.
sábado, 5 de octubre de 2013
Todo era un invento...
Llueve, aunque no
caiga ninguna gota. Las calles están secas, pero llueve sin parar, desde hace
unas horas. La corriente se lo quiere llevar todo. El cristal se moja poco a
poco, en función de las ráfagas de viento. La habitación se iluminaba con cada relámpago
y se estremecía entre tanto trueno. La tormenta había llegado tranquila, casi
sin apenas hacer ruido, como si fuera lo más normal del mundo, pero –eso sí- sin
tarjeta de aviso. Todo estaba convulso, aunque la tormenta fuera un invento.
'Si tú no estás aquí', de Rosana
'Si tú no estás aquí', de Rosana
viernes, 4 de octubre de 2013
Los viernes
Algunos lunes Fe pensaba
que debía cambiar demasiadas cosas en su vida. Se abandonaba en el sofá de su
casa y no le apetecía hacer absolutamente nada. Cualquier excusa era buena para
ver como se le escapaban, sin vivirlos, los días entre los dedos, pero los
viernes era otra historia. Los viernes encendía el transistor para escuchar
canciones de amor y le daba por mirar a su lado; allí estaba Co, siempre muy cerquita.
Una sonrisa se apoderaba de su carita y a partir de ese momento todo estaba bien, mejor.
'I love to love', de Tina Charles
'I love to love', de Tina Charles
martes, 1 de octubre de 2013
Maneras de vivir
Y cuando
creía que todo estaba perdido encontró un pequeño agujero en lo alto de aquella lúgubre celda. ¡Luz! Por aquel huequecillo del techo entraba un minúsculo rayo de sol que le cambiaba la manera de vivir y supo
que por fin estaba salvado.
jueves, 26 de septiembre de 2013
Los pies fríos
Después del día cae
la noche implacable. Escondido tras su ventana ojeó las luces de la sucursal
bancaria que habita debajo de su casa y los otros portales, siempre vacíos. No
vio a nadie, quizá se hayan ido lejos, a un sitio donde toque bailar o
simplemente maquillar las tristezas de este mundo. Los gritos de don Lucas,
enfermo y encamado desde hace años, le arrullaban en sus peores momentos. Y no
sabía qué le tocaba hacer ahora. No tenía sueño y no quería sentirse triste. No
quería, no lo quería con todas sus fuerzas, pero no podía evitarlo. Simplemente
se encogía de hombros y se mantenía suspendido en el aire. Tenía tanto miedo
a no poder con el amanecer, que inmovilizado sólo dejaba que las horas pasasen,
una tras otra. Miraba sin aire al techo buscando luz, pero todo estaba a
oscuras y sabía que todo pasaría, que el sol regresaría más pronto que tarde,
aunque ahora tuviese los pies fríos. Demasiado fríos, congelados de pena. Volvió
a mirar por la ventana para no echar de menos a los que se habían ido justo
cuando el barco comenzó a hundirse. Los apestados no tienen salvación, se dijo
y comenzó a llorar recordando los buenos momentos, las risas, el sol... A veces
sabía que debía rebelarse, que no está bien eso de mendigar afectos, pero la
soledad golpea fuerte y lo asfixia todo. Era yermo. Algún día comenzaría a
caminar, se prometió.
'Caminar', de Dani Martín
'Caminar', de Dani Martín
martes, 24 de septiembre de 2013
Mirando al sol
Se había levantado
dando gracias a dios por seguir vivo. Desde hacía días sentía algo extraño en
el corazón, como una punzada, y aunque no lo dijera en voz alta temía que su
tiempo en este mundo se estaba acabando. Los miedos atenazan y te impiden vivir,
pensó mientras miraba la vida por una de las rendijas de la puerta del balcón. “Gracias”,
repitió mirando al sol y sabiendo que nada malo pasaría hoy.
martes, 17 de septiembre de 2013
Zarpazos
A pesar de los
zarpazos que da la vida, le apetecía seguir vivo, alegre y en medio de sus
buganvillas. Aún estaba dolorido, lo sabía, pero ello no era obstáculo para
cerrar los ojos y soñar cosas bonitas. Todo lo malo finalizará y comenzará un
tiempo nuevo, mejor donde las heridas sanen y las sonrisas se conviertan en perennes.
'Treasure' de Bruno Mars
'Treasure' de Bruno Mars
viernes, 13 de septiembre de 2013
Quizá ya esté todo escrito
Quizá ya
esté todo escrito, pensó Maik al despertar. No había pasado buena noche. Había dormido
unas horas, cinco, y se levantó con el mal sabor de boca que dejan las
pesadillas y el saber que su futuro no pintaba demasiado bien. Se había quedado
sin trabajo hace unos meses, ocho ya, y estaba empezando a perder la esperanza
de encontrarlo. Cuando le dijeron que no seguiría en Seguros Allart S.A. no se
lo esperaba, fue una especie de jarrón agua fría que le empapó hasta el
tuétano. Adiós a sus 993 euros al mes, pagas extra incluidas y sus 54 horas de
trabajo semanales. Se quedó paralizado unas semanas. No sabía a dónde ir, ni
qué hacer. La crisis duraba demasiado. Seis largos años, con sus noches. Esas noches
largas y en los que la angustia se quedaba aferrada a su garganta para no
dejarle respirar. ¡Cuánto habría dado por un copazo de whisky! Pero no eran
buenos tiempos para la lírica... Sin lugar a dudas, no lo eran y ahora se
sentía atrapado por la pesadez de los malos pensamientos. El pesimismo se había
apoderado de aquella ciudad maltrecha y de sus vecinos. Ya casi nadie reía. Tampoco
daban los buenos días. No hacían nada. Por no hacer, ni siquiera protestaban en
la calle. Nadie se quejaba. Nos habían quitado la esperanza, masculló
apesadumbrado ante la certeza de que sabía que el dinero, sus ahorros, se le
estaba acabando. ¿Y después? Prefería no pensarlo. Intentaba respirar calmo,
pero era difícil. Estaba cansado de ver en las noticias a gente que lo había
perdido todo: sus casas, su familia, todo. Estaba muy cansado. Pero lo que
realmente le atemorizaba es que no veía el camino por dónde seguir y nadie le
ayudaba. La palabra desempleado era una losa muy grande, casi infinita y al
oírla casi todos huían despavoridos, no querían, ilusos, que nada se les
pegase. Otros, más comprensivos, daban consejos vanos sobre lo que harían en tu
situación, emigrarían a Alemania o montarían algo por su cuenta. Es tan fácil
hacer cosas sin tener una soga al cuello..., sabía Maik. Lo había aprendido a
fuego. Y en esas estaba intentando que el desánimo no le venciera la batalla,
ni la guerra, pero no era una empresa sencilla. Quizá ya esté todo escrito. ¿Y
si es así, qué me quedará por contar a mí?
viernes, 6 de septiembre de 2013
Septiembre
Septiembre. Parece que
al final ha llegado. Sí, con sus días que empiezan a ser más cortos, con sus
árboles amarillentos y con la gente agotada de que no haya tijeras, ni retales
que cortar. Septiembre. Tenía que llegar y pero tenía que ser justo ahora. En
este tiempo todo está revuelto, el pasado definitivamente se ha ido y el
presente es un páramo. Yermo. Totalmente muerto, dónde no hay sueños. Septiembre
empieza y un poquito de mí se muere...
'Supersonic', de Oasis
'Supersonic', de Oasis
sábado, 31 de agosto de 2013
Vericuetos
Desde hacía
unos días no podía dormir bien. Un sueño recurrente le intranquilizaba
sobremanera: caras del pasado que se le mezclaban con un camino que no
terminaba nunca lleno de vericuetos. No eran buenos tiempos, cansado de que
todos viviesen de lo hermosos que fuimos y que, sindicados, nadie atisbase una
salida digna. Al descuido, nos han robado la esperanza.
martes, 13 de agosto de 2013
Barruntando
Lo venía
barruntando desde hace semanas, quizá meses. No me quieres. No me quieres. No sé
por qué seguías aquí, ocupando el sofá rosa como si nada pasase, como si todo
fuera igual que al principio. Me había acostumbrado a la falta de aire. No me
quieres, te vomité y guardaste silencio...
miércoles, 7 de agosto de 2013
Detrás
A mis
amigos no les gusta verme
detrás de ti y no conocerme.
Ya no soy el mismo, ya no soy importante,
ahora voy detrás y tú vas delante.
Yo detrás, yo detrás, yo detrás, yo detrás,
detrás y tú siempre delante.
Ya no soy el mismo, ya no tengo talante,
ahora voy detrás y tú vas delante.
Yo detrás, yo detrás, yo detrás, yo detrás,
detrás y tú siempre delante.
Ya no soy el mismo, ya no tiro pa’lante,
ahora voy detrás y tú vas delante.
Yo detrás, yo detrás, yo detrás, yo detrás,
detrás y tú siempre delante.
Pero tú eres importante y tú tienes talante,
así que yo sigo detrás y tú tira pa’lante.
Yo detrás, yo detrás, yo detrás, yo detrás,
detrás y tú siempre delante.
detrás de ti y no conocerme.
Ya no soy el mismo, ya no soy importante,
ahora voy detrás y tú vas delante.
Yo
detrás, yo detrás, yo detrás, yo detrás,
yo
detrás, yo detrás y tú siempre delante.Yo detrás, yo detrás, yo detrás, yo detrás,
detrás y tú siempre delante.
Y a mi
abuela no le gusta verme
detrás
de ti y no conocerme.Ya no soy el mismo, ya no tengo talante,
ahora voy detrás y tú vas delante.
Yo
detrás, yo detrás, yo detrás, yo detrás,
yo
detrás, yo detrás, y tú siempre delante.Yo detrás, yo detrás, yo detrás, yo detrás,
detrás y tú siempre delante.
Y a mi
perrito no le gusta verme
detrás
de ti y no conocerme.Ya no soy el mismo, ya no tiro pa’lante,
ahora voy detrás y tú vas delante.
Yo
detrás, yo detrás, yo detrás, yo detrás,
yo
detrás, yo detrás, y tú siempre delante.Yo detrás, yo detrás, yo detrás, yo detrás,
detrás y tú siempre delante.
Y a mí
no me gusta verme
detrás
de ti y no conocerme.Pero tú eres importante y tú tienes talante,
así que yo sigo detrás y tú tira pa’lante.
Yo
detrás, yo detrás, yo detrás, yo detrás,
yo
detrás, yo detrás, y tú siempre delante.Yo detrás, yo detrás, yo detrás, yo detrás,
detrás y tú siempre delante.
Yo detrás. Los Ronaldos.
lunes, 5 de agosto de 2013
Desde el balcón
Los
días se sucedían sin demasiado acierto. Ella y su canario se pasaban las tardes
asomadas en el balcón, esperando la fresca que no terminaba de llegar. Hacía días
que no se encontraba, que todo la exasperaba. Debían ser cosas del verano, se
dijo sin darle mayor importancia. El caso es que temía que el arroz se le
pasase y que su pequeño mundo se le desmoronase ante sus narices. Perdía el
control con demasiada facilidad y hasta la vecina del quinto le había insinuado
que estaba en edad de merecer, que para cuando un marido. Le aburrían, la del
quinto y todas las demás, esas que se aburren y no tenían otra cosa que hacer
más que meterse en su mundo. Estaba sola con su canario, que apenas cantaba. Su
piar era débil y timorato. Quizá tampoco fuese feliz...
viernes, 2 de agosto de 2013
Apariencias
Pues nada define mejor la España de mi siglo, y la de todos, que la imagen del hidalgo pobre y miserable, muerto de hambre, que no trabaja porque es rebaje de su condición; y aunque ayuna a diario sale a la calle con espada, dándose aires, y se echa migas de pan en la barba para que sus vecinos piensen que ha comido.
El capitán Alatriste: El puente de los asesinos. Arturo Pérez-Reverte.
miércoles, 24 de julio de 2013
La parte crucial de la nada
Estaba
detenido en mitad de la nada. Sentado en medio de un minúsculo desierto. Sobre su
cabeza nubes que disparadas viajaban a mundos mejores. También a diestra y
siniestra nada se paraba. La vida desbordada bullía ante sus ojos azules. Los
pájaros cantaban agitados, las motos rugían todo el día y hasta las tortugas,
ágiles, andaban como si su letargo hubiese sido una triste mentira orquestada
al principio de los tiempos. Todo iba rápido, la vida, pero él, sin poder hacer
nada, continuaba detenido como si fuera parte crucial de la nada.
miércoles, 17 de julio de 2013
Dejó de hacer fotos
Un día
Fede dejó de hacer fotografías. Hubo un momento en el que decidió que ya no le
apetecía más. Desde ese instante supo que algo no iba del todo bien. No sabía
el qué, pero algo había. Tal vez se preocupaba demasiado, pero era una
sensación que le recorría el cuerpo. Antes las hacía constantemente, a todas
horas, pero ya no... Había dejado de tener interés por conservar recuerdos en
su maltrecha memoria.
sábado, 6 de julio de 2013
El mal tiempo
Fernando tenía 19
años y había vivido demasiado. A los dieciséis se había de ido de casa para
recoger fresas en el norte de Francia, pero aquella idea no había salido del
todo bien. Terminó en un bred and breakfast de Londres. Allí aguantó un tiempo
razonable, pero sabía que en esos tiempos sólo sobrevivía. Todo el día
trabajando por una miseria, una triste miseria a miles kilómetros del sol. Todo
debía haber sido diferente, un poco mejor. Estaba cansado, aturdido por el mal
tiempo que no terminaba desaparecer. Ahora tocaba volver a decidir. No sabía
muy bien qué hacer, qué querer. Se conformaba con poco, quizá un poco de sol y
algo de dinero en el bolsillo. Un tiempo nuevo. Pero esas cosas se ganaban y no
estaba seguro de qué había hecho mal para que su camino se torciera. Tal vez no
había hecho nada, sólo huir hacia adelante. Había encontrado a mucha gente así,
que al menor inconveniente atajaba por el centro y echaba a correr. Sin mirar
atrás, dejándolo todo sin resolver. Pero él era diferente...
sábado, 29 de junio de 2013
martes, 25 de junio de 2013
Colgado de un árbol
Un jueves de enero
se quedó colgado de un árbol. Iba caminando por un sendero y tras parar unos
segundos para descansar escuchó una voz que le alarmó. Se irguió y comenzó a
buscar el origen. Todo ocurrió en un instante, sin saber muy bien todo
desapareció bajo sus pies, todo aquello que había conocido hasta entonces. Se vio
colgado de un árbol y sin nada guardado en la mochila. ¿Adónde ir ahora? ¿Qué
hacer? Sentía como avanzaban los días, pero no podía disfrutar del sol porque
las ramas de su árbol no le dejaban. Las noches eran cortas, no podía plegar
ojo. Algún ruido perturbaba sus mañanas, pero la mayor parte del tiempo no
había nada, ningún sitio al que ir o donde terminar.
jueves, 13 de junio de 2013
Puedo sentirlo
La vida da muchas
vueltas. Quizá demasiadas. Gira y gira y a veces me apetece apearme, aunque
sólo sea un rato, para coger aire y volver a subirme. Sería un instante, un
ínfimo instante para llenarme de fuerzas y continuar... Continuar o volver a
empezar. Ahí está la clave: no sé cómo volver a empezar, cómo reinventarme después
de tanto traspiés. Hubo un momento en el que pensé que ya todo siempre sería
fácil, sencillo, pero esta vida loca siempre lo trastoca todo y el castillo de
naipes se me desmoronó delante de mis pies una fría mañana de invierno. Fue tan
complicado llegar, que temo en ocasiones no tener fuerzas para intentarlo una
vez más. Una vez más... Sí, la vida da muchas vueltas y no es que el cielo se
me haya teñido una vez más de Azul Tokio, sino es que ya estoy cansado de
llegar siempre a los sitios por el lado más complicado. Cada mañana me
despierto con la sana intención de procurar que las cosas, mis cosas, vayan con
tiento. Un poco mejor. Hay martes que lo consigo, pero los miércoles se me
vuelven cuesta arriba. Sé que lo bueno me espera a la vuelta de la esquina, que
llegará pronto. No me preguntes cómo lo sé, pero lo sé. Está ahí, puedo
sentirlo. Tal vez por eso necesite estos descansos en mi camino para poder
volver a empezar...
'Cero' de Dani Martín
'Cero' de Dani Martín
miércoles, 5 de junio de 2013
Sola
Me
enamoré sola, le espetó triste Emeth a Jotaele. “Sé que me enamoré sola y lo
acepto. Nunca fui para ti más que alguien en quien apoyarte; alguien que
siempre estaba ahí para curarte las heridas de la vida...”, terminó y él seguía
guardando silencio. No decía nada, sólo bajaba la mirada. No podía soportar
aquellas palabras porque sabía que eran tan ciertas como que el sol siempre se
pone por el oeste o que los días en mayo eran más largos. Emeth salió de
aquella habitación como si nunca hubiera estado enfadada, aliviada por fin. Se decía
que era cierto que ella había aceptado las reglas del juego, pero que todo
tenía un límite y el de ella había llegado. No hay nada eterno, nada es para
siempre, aunque su dolor, el que sentía porque sabía que su amor solo tenía que
morir, le parecía interminable.
domingo, 26 de mayo de 2013
El grumete de pelo alborotado
Recorrió cientos de
kilómetros en una travesía que se llevó casi todo lo que quería. Sus zapatos
estaban ya demasiado gastados y no sabía hasta dónde llegarían. Había partido
hacía más de una década buscando encontrarse y, al mismo tiempo, huyendo de sí
mismo. Había cosas en su mundo que le disgustaban sobremanera y por eso cada
noche se encomendaba a los espíritus para que todo lo malo se marchase. Recaló en
varios puertos Botafoc, Manchester, pero ninguno terminaba de satisfacerle. Debía
encontrar la vida. Su ímpetu le llevaba a saltar de todos los precipicios que
hallaba, unas veces con mayor acierto que otro. En su deambular por el mundo había
olvidado su nombre. En un andén de metro también se dejó la piel. Se estaba
dejando muchas cosas por el camino. Todo menos la ilusión en sus ojos. Sabía que
algún día conseguiría alcanzar la luz de la tranquilidad y apartaría para
siempre las malas aventuras. Quizá fue al oír una canción en el muelle de Los Cristianos o al desvestirse una
noche de febrero, no estaba seguro de cómo aquel grumete de pelo alborotado
había llegado a su vida. No hacía demasiado tiempo, tal vez un par de meses o
un año. Todo estaba en una nebulosa. Antes de dormir, cada noche, se quedaba
horas y horas observándolo, y no se había dado cuenta de que aquel era su
destino. Había andado cientos de kilómetros, estaba muy lejos de su hogar, en
una travesía que se había llevado casi todo lo que quería y no podía quedarse
sin él también. Ni podía, ni quería. Lo supo de pronto, la alegría le llegó
como un golpe de mar. En mitad de una noche tranquila oyó ruidos en la cubierta
de aquel maltrecho velero en el que viajaba. Se levantó sin hacer ruido y desde
detrás de una puerta observó durante un largo rato como aquel grumete le estaba
limpiando sus gastados zapatos con suma delicadeza. Ahí lo supo. En estos últimos
tiempos el viento había dejado de soplar en contra gracias a él, a aquel joven
desvencijado que le hacía más llevadero el sendero. En ese instante eterno lo
supo y su alma quedó tranquila y dejó de buscar.
'Contigo hasta el final', de El Sueño de Morfeo
'Contigo hasta el final', de El Sueño de Morfeo
viernes, 17 de mayo de 2013
El maestro
Desde muy
pequeño me convertí en un maestro en el arte de escuchar, puesto que yo no
podía contarle a nadie nada de lo que sentía.
La vida iba en serio. Jorge Javier Vázquez.
miércoles, 15 de mayo de 2013
#spanishrevolution
¿Cómo pasa el
tiempo? Hace dos años y parece que hace mil años. Recuerdo aquella primera tarde
de acampada. Había cinco o diez personas y hablaban un poco desorientados de
acampar en aquella plaza que a la postre se convertiría en la plaza del 15M en
Tenerife. No había portavoces, ni tampoco querían serlo. Aquel fue el comienzo
y no fue fácil contar aquel inicio en una isla tan alejada de la Puerta del Sol.
Con los días el número de indignados fue creciendo y las asambleas se fueron
poco a poco llenando de testimonios e ideas que vestían el futuro de esperanza.
Por allí no pasaban muchos periodistas para contar después lo que se vivía en
la Plaza. También hubo momentos tensos, difíciles. Las noches previas a las
elecciones bajo la amenaza del desalojo o los pequeños problemas cotidianos del
día a día. Nadie dijo que fuese fácil alcanzar acuerdos al estilo asambleario
en el que no se impone sino que se convence. Pero en esas dificultades estriba,
descansa, la fuerza del movimiento: una nueva forma de hacer las cosas. ¡Cómo
explicar que lo allí vivido era algo diferente, nuevo, y que no tenía nada que
ver con el pasado! Si no nos dejan soñar, no les dejaremos dormir. Ese era el
objetivo: poder al menos soñar. Pero para alcanzarlo primero había que vivir
una revolución personal, íntima. Echando la vista atrás me recuerdo con los
pies desnudos, pantalón corto y la camiseta de guerra, raída por el sol. Sabía que
me tocaba estar a este lado, en el bando de los que habían perdido. No había
miedo. Han pasado dos años y todo aquello no ha muerto, sigue vivo...
martes, 7 de mayo de 2013
El tren de los vivos
Hache despertó en
mitad de la noche y se quedó fijado en el reloj. Todo iba demasiado deprisa. Su
corazón se desbocaba y parecía que la vida se le iba de las manos. Mientras todo
andaba, él se sentía quieto, como si no pudiese subirse al maldito tren de los
vivos. Miraba el techo y procuraba respirar pero el tic tac implacable no le
dejaba descansar. Así podía pasarse días y días, agobiado por el vértigo y sólo
tenía un refugio que le daba paz: las flores del verano.
sábado, 4 de mayo de 2013
Peinarse por las mañanas
Hache sentía que
habían tensado tanto la cuerda que se había roto por la parte más frágil, él. No
podía respirar bien y creía que era buen momento para huir lejos de todos, a un
lugar donde nadie le importunase. Buscaba una tierra donde no le hiciesen daño,
pero no sabía cómo ni tampoco si existiría. Tenía tantas dudas en la cabeza y
tan roto el corazón que apenas podía comer o peinarse por las mañanas. Se había
quedado sin ganas. Ya no le apetecía vivir en aquel cuento. Recordaba cómo
empezó todo, un día de primavera, pero todo pasa. ¿Qué pasaría ahora? Quién
sabe, se decía y entre tanta nube sólo quería que los minutos discurriesen con
calma porque la tranquilidad regresaría más pronto que tarde y sus heridas
sanarían.
jueves, 2 de mayo de 2013
Miserias y lujos
Es lo que tiene el verdadero amor que, una vez te ha elegido, te deja tocado y hundido para siempre. Y no es que no sepas ver los defectos o carencias del ser amado. Es simple y llanamente que aquel estado de enajenación tiene la virtud de elevarte por encima de las bajezas humanas y hacerte trascender. Aprendes a comprender y a aceptar a ese pedazo de carne y espíritu, con sus miserias y sus lujos. Casi como el amor que sientes por un hijo: en el fondo de tu alma conoces a la perfección de lo que carece, pero siempre encuentras la disculpa perfecta para redimirlo.
Memorias de un sinvergüenza de siete suelas. Ángela Becerra.
domingo, 28 de abril de 2013
El sol del sur
Los días
que se van nunca vuelven y las oportunidades que se desperdician tampoco regresan.
Cada día sale el sol, una veces por el oeste otras por el norte nunca, pero casi
nunca por el sur. A los del sur no nos quieren, se repetía Hache cada vez que
se despertaba en mitad de la noche. Desde hacía unos días para acá no podía
conciliar bien el sueño y sus noches se hacían eternas. Daba vueltas y vueltas
intentando colocar las piezas del rompecabezas. En su tarea estaba solo y a
oscuras. Las velas habían dejado de calentar y no sabía cuando podría volver la
luz. Todo estaba meridianamente claro: los buenos tiempos habían cesado y ahora
tocaba travesía por el desierto. Lo bueno de vivir ochenta años es que unas
veces estás en lo más alto y otras en lo más bajo, pero siempre puedes volver a
ascender. Hache había crecido pensando en que algunos réditos no estaban a su
alcance, que nunca amaría como lo hace la gente de bien o que jamás le tocaría
alcanzar la cima. Eso había creído. Ahora tenía que empezar a desandar lo
andado...
miércoles, 24 de abril de 2013
Leche fresca
Lulú
abrió la nevera sin leche y creyó desfallecer. Le apetecía tanto tomar un vaso
de leche fresca, que creía que ya nunca nada en la vida le volvería a salir bien. Recordó que
quizá quedase algún cartón olvidado en la despensa, pero tampoco lo halló. Tenía
las cortinas bajadas porque desde muy temprano el sol atizaba con fuerza en
este verano de abril vacío, tan extraño. Sólo le quedaba agua y dos galletas
reblandecidas por el paso del tiempo. Pero el hambre no era lo que más le dolía
en el corazón. Antes, cuando las cosas iban bien, siempre había alguien que
tocaba en la puerta o que la invitaba a pastas, su teléfono no dejaba de sonar
y su agenda tampoco descansaba. Ahora todo era diferente, ahora estaba sola. Nadie
se acordaba de ella y eso irremediablemente la ponía triste. La mayor parte del
tiempo Lulú lo llevaba bien, lo sobrellevaba, pero había momentos muy
complicados porque una cosa es pensarlo sola, sentada en una silla de la cocina,
y otra muy distinta confirmarlo. Maripili en sus momentos de agobio llamaba a
Juancho y no a ella, y Cindy había preferido pasar su día de descanso durmiendo.
Luismen ya no la llamaba y Mayte había desaparecido. Lulú lo sabía, su mundo
pasado ya no estaba, pero no podía evitar su pena...
viernes, 19 de abril de 2013
Comunicado oficial
Este viernes Azul
Tokio cumple seis años. Tal día como hoy en 2007 comenzó esta aventura singular
que ha logrado sumar 929 entradas. Muchas palabras que han cosechado más de
33.100 visitas de muchos rincones del mundo, 1.090 comentarios y aglutinar a
183 seguidores. Toca decir gracias, muchas gracias por tanto afecto. Y también,
como es habitual, afrontamos esta jornada con el deseo de continuar contando
cosas. Que así sea.
miércoles, 17 de abril de 2013
La cajita de Venecia
Un
extraño lunes de abril recibió un paquete. Poco después de despertar, Lulú oyó
el timbre y al abrir la puerta allí estaba una pequeña cajita decorada con
imágenes de Venecia. Extrañada ante el obsequio miró hacia ambos lados y no vio
ni oyó nada. ¿Quién la habría dejado? Unos segundos después cerró y se dispuso
a abrir el pequeño paquete. Le costó un poco, pero lo hizo. No se rendía fácilmente.
Mientras no atinaba con los dedos se oía una canción en la tele de Sarita Montiel.
Maniquí... Coincidiendo con las nueve de la mañana la cajita cedió y Lulú se
encontró con una pequeña misiva: No te rindas; y supo que aquello venía de muy
lejos, de un viejo amor. Se le aguaron los ojos. Tantos días después aún no
podía evitarlo. Respiró hondo y la colocó en su tocador, presidiendo su
habitación. Ahora a Lulú sólo le tocaba seguir luchando por conseguir sus
sueños.
viernes, 12 de abril de 2013
A las cinco
Se despertó a las
cinco. No había luces en la calle y apenas se oían coches. Todos dormían, pero
él no podía. Le atormentaba la crisis. Sus ahorros menguaban y no sabía cuál
podría ser la salida. Procuraba pensar que los malos tiempos no serían eternos,
pero temía no aguantar lo suficiente para salvarse. Veía la televisión y todas
las noticias eran malas: familias sin casa, colas inmensas en las oficinas de
empleo, gente rebuscando en los contenedores de basura... El reloj no avanzaba,
le dio miedo encender la radio y se fue hasta la cocina. Quizá debería
desayunar, pensó. Recorrió el camino, pero antes de llegar se arrepintió. Prefería
sin duda que las cosas fuesen diferentes. Sólo le apetecía una cosa: pintar
cosas bonitas.
martes, 9 de abril de 2013
El mar
"Vio el
mar muy cerca. No lo estaba, pero lo sintió, lo observó como si estuviera al
lado, como si fuera alguien diciéndole algo al oído. Y entonces salió al balcón
y se paró delante de él, del mar, de ese límite permanente entre él su vida y
lo que estaba más allá".
Y de repente fue ayer. Boris Izaguirre
domingo, 7 de abril de 2013
Ausencias y silencio
Y de
repente el silencio lo cubrió todo. No se dio cuenta, quizá había sido por
sorpresa, de un día para otro o no... Lo cierto es que ahora sólo había
ausencias y silencio, por todas partes. Inundándolo todo y sin dejar un
resquicio al bullicio, los consejos y la buena compañía. No había nada. Ni siquiera
su maldito teléfono sonaba. Para mitigar la ausencia de ruido ponía la radio,
abría las ventanas para que entrasen los sonidos de la calle y tiraba de la
cadena cada dos horas. Pero sabía que aunque se maquillase con colores exóticos
el silencio estaba allí y que se había quedado solo.
viernes, 29 de marzo de 2013
En marcha
Una noche se dio
cuenta de que hacía ya demasiado tiempo de que las cosas no le terminaban de
salir bien. El color de las paredes se iba gastando, los grifos comenzaban a
gotear y había mañanas en las que no había nada en la nevera. No podía dormir. Se
encontraba en un callejón y sabía que no tenía salida. O eso le parecía en las
noches más oscuras. Pero en lo más profundo tenía la certeza de que saldría de
ésta. Sólo tenía que ponerse en marcha...
martes, 26 de marzo de 2013
El negocio eterno
Hubo un
tiempo en el que de los árboles brotaban montones de billetes verdes. Por entonces
todos parecían felices comprando cosas inservibles y gastando sin temor a la
nada. El negocio iba a ser eterno. Los había que lo dejaban todo, su vida, para
consagrarse al dinero. A penas sabían leer o escribir, pero sus cuentas
corrientes estaban llenas de ceros... No había preocupaciones, ni límites al
deseo de tener materia. Todo se resolvía tirando de chequera. ¿Cuánto
necesitas? Toma el doble. Hubo un tiempo en el que todos parecían felices, pero
esos días se han terminado y ahora no tenemos nada.
lunes, 11 de marzo de 2013
Ineludible
Amanece. La claridad
va haciéndose entre las nubes de la noche y no sé qué pasará este extraño lunes.
A ratos pienso en las alegrías y en lo que está por venir, pero en otros
instantes sólo me queda la pesadumbre, las cosas tristes, lo que fue... Y en
esas me debato, entre los que sólo viven recordando lo bonito que fue el pasado
y no me queda otra más que resistirme. Me apetece el presente, los buenos
momentos. Sé que están aquí y que no hay que irlos a buscar a Tombuctú. Ni a
ninguna otra parte. Clarea. Dicen que éste es tiempo revuelto y que hay que
esperar a que cada historia se asiente. A que las piezas terminen de encajar en
un puzle diferente. Algunas nubes se resisten a que el sol aparezca. Insisten en
querer quedarse. Nadie ha preparado el desayuno. No hay ni tostadas, ni jugo de
naranja, ni leche caliente. Sólo una nevera vacía. Da gracias a que tienes
nevera, me susurran al oído y me rebelo. Me cansan esos discursos, lo de
siempre. Déjame quieto, en paz, replico y se vuelve a hacer el silencio. Se escucha
a los primeros barrenderos del día que incansables limpian las calles con sus
hojas de palmera. Sin descanso. Procuran dejarlo todo sin mácula, pero quizá
sea que he perdido algunas de mis esperanzas, que me he resignado. Tal vez sea
eso. Algún tono rojizo enturbia el cielo gris plomo. Parece que el amanecer es un
compromiso ineludible. Está aquí, puntual a su cita con los vivos, pero qué
pasa con los muertos...
jueves, 7 de marzo de 2013
Amigos
Los
amigos son buenos hasta que se vuelven malos. Entonces hay que actuar rápido.
Pero existe un problema. Descubrir el momento exacto. Cuándo dejan de ser
amigos.
La Reina del Sur, Arturo Pérez Reverte
La Reina del Sur, Arturo Pérez Reverte
martes, 5 de marzo de 2013
En camilla
El temporal amaina
y es tiempo de hacer balance de los destrozos. Mi corazón devastado intenta
salvarse, pero está demasiado débil. Las próximas horas serán cruciales, dicen
los médicos que si rebaso la noche quizá pueda sobrevivir. No las tengo todas
conmigo. Me refugio en los buenos recuerdos, en tus ojos siempre alegres y en
tus dedos regordetes acariciándome el hombro izquierdo. Los elementos se han
confabulado contra mí. Te fuiste y comenzó a soplar el viento frío y la lluvia
arrastró lo poco bonito que quedaba. En algunos rincones nevó congelando las
alegrías. Me agarraba para que la pesadumbre no me llevase y casi lo consigo. Ahora
estoy en una camilla gélida y escucho a los pacientes de al lado riendo porque
se saben salvados, pero no les puedo acompañar en la buenaventura. Yo no. Sigo en
mitad de mi calvario: tu ausencia.
domingo, 3 de marzo de 2013
Tormenta
Se avecina
tormenta y no puedo evitarlo, tengo miedo. Quizá demasiado para los tiempos que
corren. Las nubes grises lo comienzan a cubrir todo. Llegan desde el oeste,
implacables, y dicen que quieren llegar a África. Corren, corren buscando no sé
qué y lo oscurecen todo. Compruebo que en la despensa hay velas, pilas para la
linterna y que todos los aparatos eléctricos están preparados y con la batería
cargada. Tengo miedo. Hacía meses que no sentía esta agonía en la boca del
estómago. Han pasado mil tormentas, pero siempre se repiten los mismos temores.
¿Quién sabe qué sucederá mañana? Ojalá todo fuera un invento y las ventanas no
se estremecieran a cada ráfaga. En mitad de un vendaval nunca se me dio bien
pensar. Se acerca, la tormenta está aquí y sólo me queda apretar los dientes y
esperar a que pronto escampe...
jueves, 14 de febrero de 2013
Cartas robadas
El cuento
acababa con una frase que decía algo así como que “hasta San Pedro bendito
escuchaba los latidos del corazón del viejo cuando, a lo lejos, veía al cartero
acercarse subido en un burro cuyas alforjas llevaban una carta de amor para él”.
"La vida imaginaria", Mara Torres
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