miércoles, 19 de septiembre de 2007

Jaula de oro

Anoche las cucarachas volvieron a pasear sobre mí. Creían que dormía, pero no. Yo estaba despierto, sin fuerzas para alejarlas. Así que sólo me quedó esperar a que se cansaran y se fueran. Antes había llorado un poco. Tuve la sensación de que mi suerte me había abandonado para siempre. No sé cuando, pero se ha ido.
Estoy en un lugar en el que no quiero y ya no sé como salirme. Todos piensan que estoy en el correcto, pero no saben que a mí nunca me han hecho felices las jaulas de oro. Esos sitios en los que nada es lo que parece, porque simplemente son plástico con olor a azahar. Y tú guardas silencio, porque eres igual que ellos.
Hoy más que nunca quiero ver a mi alrededor caras amables... Que no juzguen, sólo que me pongan la mano en el hombro y me digan que todo esto pasará... Tarde o temprano, pero pasará.
Aún no ha salido el sol. Sé que lo hará para mí. Cuando eso suceda volveré a sonreír. Siempre lo hago, si no, no sería yo. Ojalá las cosas fueran sencillas. Ojalá no me empeñara en complicarlas. Ojalá...

No hay comentarios: