A medias. Como siempre. Así me siento. Mientras, mi lista de asuntos pendientes, aquella que he ido confeccionando para algún día contarte al oído continúa creciendo. Poco a poco, pero lo hace. No sé qué es de ti. Apareces y desapareces casi sin darme cuenta. Cuando me doy cuenta de que estás junto a mí, ya has colgado el maldito teléfono. Tu voz me acompaña, pero a veces no es suficiente.
Sabía que esto iba a ser complicado, pero uno siempre se embarca en empresas sin asumir de verdad el esfuerzo que le van a suponer. El resultado, lágrimas a mansalva. Me siento como un obrero al sol, que no descansa y no obtiene frutos.
¿Merecerá la pena tanto esfuerzo? Ahora da igual porque sólo puedo pensar en la próxima excusa que me invente para poder saber de ti, para estar aunque sólo sea un ínfimo pero absoluto segundo en tu pensamiento... Deseo volver a verte sonreír.
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