lunes, 28 de julio de 2008

Segunda persona del presente de subjuntivo de latir

En mis encuentros con famosos, ayer sumé uno más a la lista pues vi por las calles a un despistado Juan Diego Botto. Hacía calor y perseguía algo sin mucha convicción. Intenté seguirle, pero se perdió calle Castillo arriba. Después me reencontré con una doña en el tranvía y su visera. Con este calor es imposible no llevar una. Era azul. Que yo sepa no era una famosa. También llevaba pulseras y collares. Parecía feliz y regresaba de caminar por Candelaria. Allí donde sopla la brisa fresca. Lo sé porque estaba sentada muy recta y columpiaba sus pies como sólo lo hacen los que están contentos. Luego pensé en estos días que me envuelven. En que las horas pasan y en que no sé muy bien la dirección en la que camino. Las ideas negativas se me cruzan y las emparejo con otras que son racionales. Pero también se cuela algún sueño que va de la mano de mis recuerdos. Y sigo sin tener nada claro y me da por escuchar canciones tristes. Y vuelo lejos, tras el cristal de esa ventana que no me deja ver la luz de la noche, ni las estrellas, ni tampoco la luna. Nada. Pero yo insisto y me voy lejos, salgo fuera, hasta un banco en un parque perdido donde cuento y me cuentas cosas. Te escucho con atención y se me escapa alguna lágrima. Después sonrío suave. Y deseo que latas –presente del subjuntivo- dentro de mí. Una y otra vez, hasta el final. La verdad llega cuando terminas, la cobijo y todo es mejor.

Pdt. Buscando a veces encuentras y otras no. Pues eso que me he topado con Malú.

http://es.youtube.com/watch?v=K9AFk_Io1fU

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