jueves, 11 de octubre de 2007

Cajitas de felicidad


Las nubes oscuras han vuelto. La tristeza también. El gris se ha convertido en rey. En uno que lo abarca todo, hasta el último rincón. El otoño se ha clavado en mis pulmones, me cuesta respirar. En mi mente, un solo deseo. Un abrazo.
El vino está malo. La cosecha ha sido lamentable, indigna. Todo se ha echado a perder en unas horas. Mientras sueñas, la vida te golpea. Implacable. Contundente. Sin miramientos. Al, final un sabor extraño anida en mi corazón, el de la pena.
Hoy me toca a mí estar triste. Esto es una noria. Sube y baja lentamente, pero sin descanso y me siento, mientras oteo el horizonte, como una de esas cámaras de fotos de usar y tirar. De un solo uso.
He ido a buscar en mi despensa cajitas de felicidad, de esas que son iguales a las de cereales, pero no me quedaban. ¿Cómo es posible que se me haya olvidado comprar más? No sé muy bien en qué las he ido gastando poco a poco. Casi sin darme cuenta. Ahora, sólo tengo un problema, la tienda donde las compraba ha cerrado. Es puente y hasta el lunes nada de nada. Que dios se apiade de mí.

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