Hoy volviste a ser tú. Llegaste extraño, distante. Hice, una vez más, de tripas corazón. Sentí como junto a mí estabas lejos, ausente. Los minutos pasaban e intenté sobreponerme. Hacer como si no pasara nada. Mis ojos se clavaron nuevamente en tu piel. Tu voz queda acariciaba mis oídos y todo fue colocándose en su sitio.
Más tarde me contaste tus últimas preocupaciones. No supe qué decir. En esos asuntos no me siento capaz de manifestarme. Porque, quieras que no, soy parte implicada. Sería fácil juzgar sin toga, matar sin garrote vil o insultar si voz, pero no sería honesto.
Después la magia llegó. Se paseó junto a mí y volví a creer en el Katxorro. También en ti. Da igual todo. El pasado y el presente. Tal vez hasta el futuro. Tus dedos, tu nariz, tu piel. No se puede tapar el sol con un dedo y lo sabes. Tal vez hoy no sea el mejor día para decírtelo, pero aunque a veces te parezca que no, me gusta pasar ratos contigo.
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